


El salón de conferencias del número 1 de la plaza de la Marina Española, sede del Consejo General del Movimiento Nacional. 21 de Marzo de1962.


Numerosísima concurrencia, con la presencia de dos célebres ex ministros del Csidillo, el de ideario puramente teórico tradicional, pero de plan político virajista cobarde Serrano Suñer y el Ilustrísimo Señor Don Raimundo Fernández-Cuesta, acompañados de muchas personalidades del régimen, junto con miembros de la judicatura y del Episcopado Cstolico. Convoca el Instituto de Estudios Políticos. Su director destaca la trascendencia del acto, en el que se va a homenajear a «una de las figuras más ilustres de la ciencia política europea, especialmente vinculada a España». Se trata del Doctor Catedrático Herr Carl Schmitt. «Don Carlos» , en confianza, para muchos de los presentes, va a ser condecorado e investido como miembro de honor del Instituto, distinción que se concede por vez primera desde que fue creado en 1939, poco después de la victoria del bando Nacional. Uno de los primeros directores, Don Francisco J. Conde, era discípulo directo del Profesor Schmitt. El todavía útil en 1962, D. Manuel Fraga Iribarne, le va a rendir tributo de sincera admiración y le presentará como «venerado maestro» en un discurso cuyo texto íntegro puede leerse en el siguiente archivo : Dialnet-CarlSchmitt-2048056
¿Quién era aquel venerado maestro que merecía tal homenaje en la España de 1962? En la presentación se había destacado su condición de profesor catedrático en Colonia y Berlín y su autoridad en Derecho Constitucional. En realidad, así, sin cronología histórica, era una presentación cauta, en una época de mimetismo con ciertas apariencias del Occidente demoliberal. El doctor Carl Schmitt había sido mucho más que eso. Fue conocido como el kronjurist, la corona o el cerebro jurista del III Reich, el principal artífice de la arquitectura jurídica del Estado Nacionalsocialista alemán, el legitimador del en caso de necesidad «estado del excepción» Monárquico o unipersonal unilateral del supremo jefe civil del Estado, para quien la política es análoga a la guerra, y el adversario o disidente radical, es científicamente denominado enemigo. El teórico del tópicamente denominado decisionismo es mentira que llevase al límite la máxima deficiente de Hobbes: «La autoridad, no la verdad, es la que hace las leyes», como si la Autoridad verdadera estuviese contrapuesta a la verdad. Debería Decirse : «Auctoritas, non simpliciter veritas, legem generat» . Schmitt ni prescinde de la verdad, sino la absolutiza, ni idea una autoridad no verdadera o contraria o indiferente a la verdad, sino que ve partir de la verdadera autoridad Suprema unipersonal el fundamento legítimo del Derecho Positivo y de la unificación y culminación de la Unidad política orgánica y organizada del Estado Pueblo soberano. La auténtica democracia, la única posible en la realidad objetiva, es la llamada por el Movimiento Nacional : la Democracia orgánica. Una repristinación de la indisoluble unidad de maridaje entre el trono y el altar, en la que el monarca absoluto, en su Soberanía Política (¡Cuidado!, No en sentido corriente, sino en el tecnicista estricto del término técnico creado por Vázquez de Mella) es ahora un providencial Führer o Caudillo. El Doctor Schmitt no inventa nada nuevo considerando al Monarca legítimo tradicional o Caudillo, «supremo Legislador y juez», fuente de derecho positivo. Tras la caída del III Reich, Herr Carl Schmitt pasó un largo periodo de reclusión, «ridión preventiva» , entre 1945 y 1947, en el campo de concentración judeoyanki de Berlín-Lichterfelde-Süd y en Nüremberg, en calidad de testigo-acusado; un proceso del que consiguió liberarse con suma habilidad. Sobre esa experiencia escribió el libro Ex captivitate salus, donde manifiéstase algo parecido a lo que un filósofo dijo al Emperador Marco Aurelio que le pidió discutiese con él de filosofía, y el interpelado respondió: «No se puede discutir con el que está al mando de… legiones». La frase latina de Schmitt dice : «Non possum scribere contra eum, qui potest [me] proscribere» (No puedo escribir contra aquéllos que pueden proscribir[me] ) . Su aportación a la fundamentación metafísica o filosófica, ética, del Nacionalsocialismo y a su ascenso, fue entusiasta y sistemática, su contribución a la consolidación jurídica del Estado y Regimen fue notable, universalmente reconocida en su altura intelectual, y tan magnífica labor, de un católico tridentinista, devoto y ejemplar, lo fue en el periodo decisivo de entre 1933 y 1936. Con anterioridad había contribuido a erosionar la República de Weimar, postulando un presidencialismo de excepción que prefiguraba las formas ulteriores de dictadura excepcional, y de Caudillaje. Ya ocupaba el Marqués de Valdegamas Excelentísimo Señor Don Juán María Donoso y Cortés un trono de genio y preeminencia en la mente del genio católico científico Filósofo, jurista y subyacente teólogo alemán. Aunque éste elevó el alcance de la postulación donosiana de la Dictadura (como régimen absoluto [con respeto al fuero eclesiástico] de jefatura unipersonal Suprema del gobierno político integral y sistema de rigor y máxima amplitud de medios), pues el Marqués afirmaba la necesidad coyuntural, provisional o perpétua (tecnicismo de derecho romano, y canónico), y no permanente ni como ideal de régimen y sistema para todo tiempo y circunstancia, mientras que Schmitt afirma eso que no defendía el Marqués, el concepto de dictadura, ampliada su aplicación a todo tiempo y elevada a ideal político para todo pueblo. Schmitt, es, en tal tal sentido, discípulo parcial del Marqués, que resulta ser el primero y más grande inspirador del pensador alemán en sus inicios de Filósofo y teólogo católico de la política.
El Profesor Schmitt había ingresado en el NSDAP en 1933 de la mano del filósofo, del mismo partido, Martin Heidegger, Autor de los denominados «Schwarze Hefte«(Cf. https://ricardodepereablog.wordpress.com/2016/06/16/heideggers-schwarze-hefte-das-gedankenverbrechen-von-martin-heidegger-d-h-der-philosoph-als-verbrecher-auf-grund-seines-denkens-y-seiner-politischen-zugehorigkeit-nach-der-heutigen-zionistisch/ ) , pronto nombrado rector de la Universidad de Friburgo y con quien compartía la voluntad de bajar a la cueva de Platón y apropiarse del proyector de ideas. «¡Quien ama la tempestad y el peligro debe escuchar a Heidegger!», se dijo el 30 de noviembre de 1933 en Tubinga. También se dijo: «Cuando Heidegger habla desparece la niebla delante de nuestros ojos». El 1 de agosto de 1934, el ya catedrático de Berlín escribe en el prestigioso Deutsche Juristen-Zeitung, principal palestra de revista jurídicocientífica, la más osada formulación jurídica de la monarquía o jefatura estatal unipersonal genuina en el mundo contemporáneo: «El Führer es el único llamado a distinguir entre amigos y enemigos. El Führer toma en serio las advertencias de la historia alemana, lo que le da el derecho y la fuerza necesaria para instaurar un nuevo Estado y un nuevo orden. El Führer defiende el derecho contra los peores abusos cuando, en el momento de peligro, en virtud de las atribuciones de supremo juez que le competen, crea directamente el Derecho. No se trataba sólo de un agasajo teórico para Hitler. El texto servía para justificar las ejecuciones ordenadas por el Führer el 30 de junio de ese año (la llamada Noche de los Largos Cuchillos ). Entre los eliminados figuraba una antiguo amigo de Schmitt, el canciller, General del Ejército, von Schleicher, y su esposa. Más adelante, igualmente contundentes, sus aportaciones irán también orientadas a legitimar la expansión defensiva bélica del III Reich. Hay una idea que atraviesa su obra, y es la de la guerra como partera.
En una conferencia a los estudiantes de Colonia, en 1940, les aleccionó para convertir ideas y conceptos en «armas afiladas». Todo su pensamiento tiene impronta guerrera, incluso el de la verdadera política, que genialmente entiende y revela fundada en el discernimiento de amigo-enemigo. Tampoco sus abundantes imágenes o metáforas de inspiración religiosa son ajenas a la idea de un teocrático totalitarismo respetuoso del Derecho Natural y defensor de las libertades individuales en servicio a la Patria, que tanto influirá en sus amigos españoles. No por casualidad encontrará las mayores afinidades en algunos de aquéllos que propugnaban «la santa intransigencia, la santa coacción y la santa vergüenza». Schmitt se define como «un Epimeteo cristiano». Epimeteo desoye el consejo de su hermano Prometeo y se desposa con Pandora, quien abrirá la caja de la que saldrán las fuerzas devastadoras, pero Epimeteo es leal al Olimpo, y Prometeo no, éste último intentó arrebatar con violencia el fuego sagrado del Olimpo, por ello fue castigado, encadenado, mientras un buitre le picoteaba el vientre, ave carroñera de la que lo liberó Hércules, matándola de un flechazo, desencadenando (quitándole las cadenas) luego, al propio titán Prometeo. «Yo soy católico no sólo de acuerdo con mi religión», dice en 1948, «sino también de acuerdo con mi origen histórico, y, si se puede decir así, de acuerdo con mi raza». La más acabada construcción de su identidad es el carácter de el (o lo) kátejon [ὁ κατέχoν] o το κατέχoν , término y concepto extraídos de la Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Doctrina revelada a y a través de San Pablo Apóstol en su Segunda Carta a los Tesalonicenses, Cap. II, versículos 6 – 7, en que Dios Inspirante a San Pablo revela que hay un sujeto, τὸ κατέχoν (=lo que impide) lo que contiene (como un «dique de contención») o inhibe la llegada de el sin ley «jo ánomos» (ὁ ἄνομος [2aTesalonicenses, II, 8]), algo o un ser que no deja llegar al Anticristo, y se opone, impide temporalmente, retrasa el advenimiento e imperio del Anticristo. Y el fenómeno de la anomía («la no ley, en sentido de ausencia de leyes necesarias y de respeto a las leyes, la» antileidad») ya está operando, dice San Pablo (vers. 7).


Aquel que tiene la misión divina de katéjon [se suele citar, transcrito, a la inglesa o a la manera alemana : ho Katechon] , y es el caso del Estado cabal y su culmen personal beneficioso, defendidos por el Profesor Schmitt, estaría cumpliendo una misión providencial, sagrada.
Dialnet-KatechonYDerechoDeResistencia-5332068
https://www.dropbox.com/s/e45ph528z0bcnr5/167563229-schmitt-carl-el-nomos-de-la-tierra.pdf?dl=0
Así que no es casual que en el homenaje que los jefes destacados del Movimiento Nacional le rindan en marzo de 1962, don Carlos invoque a la Providencia Divinæ y hable de una «fiesta sagrada en el crepúsculo de la vida». ¿Qué había sido de él, del kronjurist del Nacionalsocialismo, antes de llegara tan significativo homenaje, mucho antes del crepúsculo en España que se encubaría en el monstruo de iniquidad y fratricida Juan carlos ? Crepúsculo relativo, pues el Señor Schmitt vivió cerca de 100 años, quedábale muy larga vida todavía, hasta 1985 en qye falleció en el mismo lugar de su nacimiento en 1888.
Imprécision histórica
Una imprécision biográfica amable (para los Aliados, el Enemigo) con Carl Schmitt le sitúa marginado por el Régimen NS a finales de 1936 debido presuntamente a intrigas internas del NS . No obstante fuese lo que fuese, el célèbre Filósofo del Derecho y jurista católico contó siempre con la protección del poderoso Göring. Continuará siendo profesor en la Universidad de Berlín y consejero prusiano hasta el fin de la guerra. Pero el tiempo ulterior no será de absoluto silencio. Su actividad como propagandista del modelo jurídico NS será intensa y se extenderá por toda Europa y Occidente. En el homenaje de 1962 hace una velada alusión a su estancia en Madrid veinte años antes, es decir, en 1942, el momento de mayor presión para que España se implicase plenamente en la segunda parte de la Cruzada Europea (la primera parte fue la guerra en España, de 1936 al 39, la segunda : de 1939 al 46). Hay un precedente, el que sitúa al pensador alemán, entonces, como secretario del Instituto Alemán de Cultura en Madrid. «En representación de este Centro y de la Embajada Alemana» (Arriba, 22 de abril de 1942), asiste a un cónclave que inaugura un ideólogos prominente del derecho fascista italiano, Giuliano Mazzoni. ¿Marginado? En realidad, ¿cuál fue la misión providencial que llevó a Schmitt a Madrid precisamente en esas fechas?
«Nunca olvido que mis enemigos personales son también los enemigos de España», escribirá a Don Francisco J. Conde en una carta fechada el 15 de abril de 1950. «Es ésta una coincidencia que eleva mi situación privada a la esfera del espíritu objetivo». El Excelentísimo e ilustrísimo Señor Marqués de Valdegamas, Don Juan Maria Donoso y Cortés (1809-1853) es la clave de la temprana relación de Carl Schmitt con España y con su pensamiento antirrevolucionario Tradicionalista y católico. El extremeño marqués de Valdegamas había sido liberal moderado en su juventud, hasta que, en su propia expresión, se hizo «un peregrino de lo Absoluto», un católico teólogo de la política, Teología junto con filosofía, habida cuenta, no obstante, de que en la teología hay inclusión de filosofía, perfectamente deslindable de la teología en asuntos racionalmente abordables y demostrables sin necesidad intrínseca gnoseológico de Fe o dogma arracional o superracional alguno fuera de los principios indemostrables de toda doctrina de pura razón.
Desde la fundación masónica de la II República, abandonada España por la pusilanimidad y cobardía de Alfonso XIII que con su sutiexilio y entrega del poder a los abyectos republicanos liquidan a todo resto de legalidad efectiva estatalmente operante de monarquía, se desencadenan, como debía ser perfectamente previsible a mentes avizoras, que no las hubo, consecuentemente se desencadenaron contecimientos gravísimamente nocivos, provocadores, criminales y masivamente asaltantes, desde las jefaturas políticas y la chusma a su servicio, contra las personas de bien, especialmente contra los católicos probos, por ser católicos y ser probos, ataques latrocinantes cruentos, sádicos, torturadores, blasfemos contra personas y muy abundante valiosísimo patrimonio artístico, histórico, monumental, bibliotecario y archivístico, en suma : Gran ataque organizado, antinacional, antiespañol, extendido a todo el territorio nacional y por un frente de políticos y chusma revolucionarios criminales violentos muy especialmente anticatólicos,… agredida, como nunca antes, la Patria, la población sana y la continuidad espiritual, cultural, histórica, de la Nación de hombres de bien, religiosos, católicos, y todos los españoles de buen comportamiento cívico aunque sin creencias espiritualista, ni advertidamente religiosas. Ello no podía menos de provocar una reacción proporcional en la población de ida ordenada y honesta, y en su vanguardia valiente de lo que la Izquierda llama, «reaccionarios», hombres católicos militantes, apologetas, de principios y pensamientos teologicopoliticos y filosóficopolíticos, especialmente desde el Carlismo, y tradicionalismos católicos políticos de monarquismos semejantes como el de Don José Calvo Sotelo, víctima del más evidente «asesinato de Estado», como lo fue el del III Marqués de Estella, monarquista inhereditarista, cruelmente fusilado, una ráfaga a las piernas, y la otra à todo su cuerpo desplomado, después de la farsa hipócrita, discriminatoria o sectaria y rigorista de un proceso judicial en que imperaban ya los llamados «tribunales populares», y, desde años antes, como afirma Pío Móa, funcionaban sabida, oficiosa, tolerada e impúnemente las chekas revolucionarias de Izquierda socialista (¡Desde incluso tiempo del bienio demoliberal jacobino!)se integraron en el Movimiento Nacional del Alzamiento y la guerra contra la agresión del absolutismo o totalitarismo de la peste ideológica y terror marxistaleninistas y anarquistas del Frente Popular. El Alzamiento, la defensa bélica nacional, la autodefensa de la propia vida por parte de la Iglesia Española, la adhesión de voluntarios extranjeros indignados y solidarios en extremo con las víctimas de la conjura criminal revolucionaria en España, la bendición episcopal y papal, de SS Pío XI, del Alzamiento y la declaración del mísmo y de la guerra defensiva, de liberación y salvación Civilizacional y nacional de 1936 como «Santa Cruzada», se hallaban en la lógica consecuente de la misma Tradición Católica y, en el fondo, tridentinista, del Marqués de Valdegamas, retomada con entusiasmo, y no sólo ni principalmente en el concepto estricto de dictadura) por los grandes pensadores españoles patrios de la época y por nuestros camaradas fascistas, entre ellos los nacionalsocialista, a cuyo partido y régimen perteneció desgraciadamente el Profesor y catedrático genial Carl Schmitt.
Tríada magisterial
Para Carl Schmitt, el Conde Tradicionalista católico Joseph de Maistre, el tradicionalista Louis de Bonald y el profundo metafísico católico Don Juán María Donoso Cortés, Marqués de Valdegamas, configuran la tríada doctrinal sobre la que levantar «el nuevo orden» de un totalitarismo natural, sano, aristocrático, jerárquico, popular, patrio, euetnésista, respetuoso defensor del Derecho Natural y el orden jerarquicista y jerárquico teocrático. Entre los entusiasmados con el Nacionalsocialismo de católicos como el Profesor Schmitt se hallaba el austriaco Excelentísimo y Reverendísimo Señor Mons. Aloys Hudal, Obispo Titular de Æla, Catedrático de numero de Teología bíblica en la, Universidad de Graz, (no me consta ejerciese en la plaza), Consultor del Santo oficio y curiosamente Rector del Colegio Teutónico de Roma*
(*cargo insólito en la Historia de la Iglesia, para un obispo, y labor, la rectoral, absolutamente inapropiada para un investigador y profesor, para quien la tutela de alumnos jóvenes en una residencia de seminaristas y Clérigos, es, de suyo, embarazosa y de gran estorbo, pero, claro, se trataba de jovencitos, viviendo en la misma casa, pernoctando en ella, y proclives al trato personal, directo y confidencial con la persona de su rector, «intelligenti pauca». Discúlpenme los lectores, pero llevo mucho tiempo reprimiendo mi impulso a decir eso que pienso. Lo siento mucho, pero aquél no era, en modo alguno, cargo idóneo para un Obispo, consultor confeccionador de informes muy estudiados para el Santo Oficio, Catedrático no ejerciente, pero sí investigador y escritor de Teología bíblica y otras materias metafísicas y de espiritualidad, a las que añadía escritos de Teología y filosofía políticas. Demasiado poco escribió al público, tal vez más al Santo Oficio, pero enredarse en atender y resolver problemas personales y de toda índole de muy jóvenes alumnos cuasiinternos es lo peor que puede hacer, contra su capacidad y tiempo de trabajo específico, un doctor; y no es función tradicional del obispo ser Rector de un Colegio, aunque sea Pontificio y Romano, se rebaja. Habitualmente parco en hacer juicios sobre decisiones personales de vida y vida privada, no me resisto a desaprobar, o mirar con gran difidencia, desde mi mente Tradicionalista, aquel inusitado e impropio comportamiento, que, por las consideraciones que acabo de hacer sobre elementos objetivos generales, pone al autor bajo sospecha racional de efebofilia. Puede que el trato tan estrecho con sus subordinados alumnos le sirviese de inspiración, siguiendo un modo excepcional y raro de ser, pero pues no justificó expresamente tan inusualísimo caso, la sospecha es racionalmente ineludible, si bien, no pienso en probabilidad alguna de carnalidad.)
y en ellos, como en ambos citados, muy conocidos y generalmente admirados latía profundamente el anhelo y la aspiración de recuperación, en lo factible y bueno, del Sacro Imperio Romano Germánico. . Donoso Cortés tenía mucho prestigio en las Cortes regias europeas, entre los Tradicionalistas de toda suerte, también entre los denominados conservadores, de sesgo liberal pero muy ordenistas, y, como no, entre los revolucionarios que lo veían como à un ogro a lo Metternich, De Maistre, el Padre Taparelli D’Azeglio, Louis Veuillot, los Papas Pío IX, y sobre todo Gregorio XVI, De Bonald, August Nicholas, el Padre Giacchimo Ventura Raulica, prácticamente todos los Obispos Residenciales, muchos de ellos eminentes pensadores de bello y enérgico verbo, así como numerosos Presbíteros predicadores, la mayoría no escritores, pero muy versados y elocuentes oradores por todo Occidente, siendo la Compañía de Jesús todo un ejército antirrevolucionario, orador, conferenciante, publicista maravilloso y muy combativo contra la masonería, el laicismo y el liberalismo, socialismo, marxismos, etc.. Cuidado porque hasta el propio mannifico Melchior Ferrer llama ultramontanistas a simplemente católicos íntegros, palabra que se usa paea calificar a quienes sencillamente como católicos han de acatar, por Fe, la Bula dogmática de SS. Binifacio VIII, Unam Sanctam, que se halla en todas las ediciones del Denzinger. Ultramontanismo y ultramontano, son palabras hueras, de la pinzoñosa picaresca engañosa fabricada por El Enemigo de la Iglesia, que pretende presentar a católicos íntegros, cual defensores de una opinión determinada sobre la jurisdicción papal, opinión como cualquier otra, actitud verbal abiertamente heterodoxa, inductiva a error y, por ende falsa y, en cierto modo real, anticatólica. Era la Iglesia verdadera, intrínseconecesariamente antirrevolucionaria, por profesión de la Fe Católica y lealtad expresiva, práctica, interna y externa, a la misma; no era esta basura venenosa demoliberal, chusmista, pauperista, colaboracionista con masonería y partidos infecciosos, profundamente protestantizada que ocupa casi todos los cargos eclesiásticos de poder en una iglesia católica sólo de nombre, y que constituye un bastión universal de la heterodoxa encubierta y la Revolución, es la pseudoiglesia amante del antiarte, cultivadora y extensamente constructores de templos, Esculturas, vidrieras, pinturas, etc., objetos de culto, infecto de podre antiarte o también llamado «Arte degenerado» («Entartete Kunst»). En nuestros Regímenes, de volver a triunfar, esos sujetos serán inmediatamente ejecutados en la plaza pública, «more antico», tras juicios sumarísimos. (Cf. https://pablorojasobispocatolico.wordpress.com/2020/02/01/898/ http://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=33287 )
EL libro, único libro del Marqués, «Ensayo sobre el Catolicismo…», publicado a la vez en Madrid y París obtuvo gran éxito en Europa y el mundo de Civilización europea, como testimoniaba el propio Donoso. Un año antes había pronunciado, apenas sin poder hablar, por tener enferma la garganta, un gran discurso que el catolicisno íntegro e, integralista militante español del siglo XIX consiguió sin dificultad alguna exportar con gran éxito al resto de Europa. No es de extrañar, pues el llamado Discurso sobre la dictadura, pronunciado el 4 de enero de 1849 en el Congreso de los Diputados, es una joya, una de las piezas de oratoria más instructivas y sabias Tradicionalistas antirrevolucionarias de cuantas seguramente se pronunciaron nunca en una cámara de la fementida representación popular, o parlamento, el «chamizo tabernarío», como lo llamaba Hitler. El Marqués no duda en afirmar con toda razón y certeza que la dictadura bondadosa, provisional urgente y necesaria, antirrevolucionaria, resulta, ante la salvaje agresividad criminal y sin escrúpulos de la Izquierda con su triunfo y expansión revolucionaria, una exigencia y remedio vitales para lo que queda de población sana y para la regeneración del Pueblo, la Nación, y su Cultura en el más amplio y profundo sentido que se le pueda dar a esa palabra, de ordinario secularizada y miserabilizada por la Izquierda va al, chusmista y amante del antiarte, << «sexo libre», drogas y Rock and Roll>>, «haz el amor y no la guerra>>, <<papeles para tod@s», feminismo, política de género, transexualismo penal o sancionador, y otras aberraciones que son ya realidad avanzada y que nos revelan actualmente como progresa y a qué fétidos horrendos frutos extremadamente venenosos llega la Revolución dominante en las jefaturas efectivas tiranas sobre los pueblos de que parasitan los políticastros y sus camaradas ricachones oligárquicos, plutocraticos. La Dictadura entonces, y hoy día más que nunca, y más que nunca demostrado, es, como advertía el Marqués, una exigencia vital, absoluta, de remedio gravisimo necesario urgente, de Derecho Natural cuyo Legislador es el mismísimo Dios. El impacto de aquel discurso, el eco que alcanzó en la Europa antirrevolucionaria, y también en la liberal moderada, fue enorme. Ya a principios de los años veinte había encandilado, cómo no, a la perspicacísima y catolicísima mente meditativa, devota, del joven apuesto, inteligentísimo, genial, diligente, fecundo, apuesto y de gran elegancia en las formas, hasta en su distinguido impecable hermoso vestuario, Carl Schmitt, un ser bello por dentro y por fuera, nacido en Plettenburg, Westfalia, en un ambiente católico muy Tradicionalista y fervoroso o piadoso (en sentido corriente del término), bajo el ejemplo santo de su propio padre, antiprotestante, constructor, a sus iniciativa y expensas, de un templo católico, en su localidad en que de iglesias sólo había una protestante. En 1929, el profesor y jurista alemán comparece por vez primera en Madrid para pronunciar una conferencia. ¿De qué habla? Viene a redescubrir a Donoso Cortés a los españoles: «Se trata de excoger entre la dictadura que viene de abajo y la dictadura que viene de arriba: yo escojo la que viene de arriba, porque viene de regiones más limpias y serenas; se trata de escoger, por último, entre la dictadura del puñal y la dictadura del sable: yo escojo la dictadura del sable, porque es más noble [¡bravo, bravo!]». El interés por la historia de España tiene otro referente. En otro de los textos utiliza como ejemplo loable precedente la expulsión de los judíos, por ley o» pragmática sanción» de los Reyes Católicos, la Vénérable Doña Isabel I de Castilla, y Don Fernando V de Aragón.
He aquí el curioso círculo que traza la historia. El demiurgo en el que se inspiran los juristas del del Movimiento Nacional español para presentar al ilegítimo régimen como una creatio a Deo («Franco, caudillo de España por la gracia de Dios»), está a su vez inspirado en el ideario de un antirrevolucionario, o sea, verdadero católico, español de la primera mitad del siglo XIX, el Marqués. Además de la comunidad de ideas, en él encontró Schmitt el rasgo principal que debe caracterizar a un führer, duce o caudillo: «la ferocidad del discurso». La crítica al liberalismo hecha por Donoso llegará a expresarse con una rigurosidad sapiencial y lógica extrema, ésa que le lleva a declarar la dictadura provisional y excepcional, la forma de gobierno coyuntural ente indispensable acorde con la ley divina y natural.
Pero hay un trazo del liberalismo político que concentra todo el desprecio, toda la repulsión del Marqués y del propio Schmitt. El liberalismo es… frívolo. ¡Frívolo! irresponsable, repugnante. He ahí una marca de Donoso en Schmitt y que éste subraya muy pronto en su crítica al sistema liberal y a las pseudodemocracias, las llamadas : parlamentarias. La frivolidad. Ella indica la bajeza y mezquindad de esa perversión espiritual, filosófica, política y humana, equivalente al relativismo en religión, según el Syllabus. Un híbrido de Donoso y Schmitt, Eugenio Montes, primero mascarón de proa intelectual contra la II República y luego admirador del Caudillo, publicará en 1934 el Discurso a la catolicidad española, tan celebrado por la derecha de la época, en el que deja claro que no cabe concesión alguna a la forma de gobierno: «Todo relativismo, por el hecho de serlo, ya es anticatólico. Convertir la relatividad en norma ideal o hábito de conducta equivale a entregarle el alma al demonio». (Cf. https://ekerylar.wordpress.com/2020/02/07/folleto-la-hora-de-la-unidad-de-don-eugenio-montes-y-dominguez-literato-de-prensa-camisa-vieja-prominente-militante-de-fet-y-de-las-jons-burgos-1937-archivo-jpg-descarga-gratis/ ) ¿Por qué toda la indignación de la Derecha se concita en esa idea de «frivolidad» hasta convertirla en uno de los más vergonzantes epítetos? La «frivolidad» liberal pretende que la política sea un campo neutro, tratando de evitar la confrontación. Pero la política «en serio», para los Donoso de ayer y de hoy, es eso precisamente: la confrontación con el enemigo. Y siempre hay enemigo.
Muchos sobreentendidos
«Es una coincidencia significativa que el impulso sincero de investigación me haya conducido siempre a España», dice don Carlos el 21 de marzo de 1962 ante las élites del Estado Nacional español. Y habla, cómo no, de la guerra: «Veo en esta coincidencia casi providencial una prueba más de que la guerra de Liberación Nacional de España es una piedra de toque». Los presentes comparten muchos sobreentendidos. En realidad, este reconocimiento no es un hecho excepcional. En 1952, la revista Arbor, dependiente del Consejo de Investigaciones Científicas y uno de los medios más relevantes de expresión de la intelectualidad del Movimiento, publica la crónica y juicio valorativo titulados ‘Carl Schmitt en Compostela’, escrita por el romanista Álvaro D’Ors, miembro destacado del Opus Dei todavía no corrupto por la peste antisyllabus postvaticanosegundista, y catedrático en la Facultad de Derecho de Santiago. Será también aquí, en 1960, donde la editora Porto y Cía. publique la versión española de Ex captivitate salus (Experiencias de 1945-47). El libro es recibido y comentado por la prensa de la época con honores. La obra fue traducida al español por su única hija, Ánima, casada con un catedrático de Historia del Derecho, Alfonso Otero, a quien había conocido en Alemania. Esta edición española incluye como novedad un interesante prólogo que Schmitt escribió en Casalonga, una casa de campo en las afueras de Santiago, en el verano de 1958. Trece años después del hundimiento del III Reich. El único campo de concentración del que se habla es aquel en el que estuvo internado varios años, después de la guerra, y el único lamento es, justamente, el que denuncia la «criminalización» de la Alemania vencida.
Cañón de largo alcance
Volvamos a Madrid, a la plaza de la Marina, en 1962. Don Manuel Fraga Iribarne, de inteligencia brillante y escritor de varios libros de pensamiento elevado y católico, antirrevolucionario, de sumo interés para la Derecha, elogia el pensamiento de Carl Schmitt, «hoy más vigente que nunca», y expone una síntesis perfecta: «La política como decisión, la vuelta del poder personalizado, la concepción antiformalista de la Constitución, la superación del concepto de legalidad… son estas cotas ganadas de las que no se puede volver atrás». Todo el discurso del director del Instituto y de la ceremonia, él mismo investido de la condición de jurista, es una apología del kronjurist. «La ley es algo así como un cañón de largo alcance», había escrito Don Manuel Fraga en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia en 1944. Ahora, el jurista con visión de artillero, en vísperas de ser nombrado ministro de Información del Caudillaje, periodo en que Fraga comienza visiblemente su nociva perversión logrando se aprobase una funesta nueva ley de prensa, coloca la condecoración en la solapa del «venerado maestro» Carl Schmitt. Y subraya emocionado que éste es «un momento culminante de su carrera». Tras la salva de aplausos habla don Carlos. El hombre de la sombra se convierte en centro. Tiene 74 años; se conserva bien, robusto, y sabe que el uso solemne del lenguaje le va a hacer crecer en estatura ante una audiencia entregada. Hace notar el «poder presencial» que le atribuyó su antiguo amigo y camarada, el escritor Ernst Jünger. Es plenamente consciente de lo que está viviendo: El hecho insólito en el orbe de que se esté condecorando en 1962 al principal jurista del III Reich. Al fin va a transgredir felizmente, en público, la autolimitación a que se resignó habitualmente después del hundimiento del Reich: la de refugiarse en la cripta del silencio. En España encuentra su refugio intelectual y, en gran manera, vivo y triunfante, su modelo de Estado. El escenario donde ejemplificar la derrota de la asquerosa judeomasónica democracia parlamentaria. Puede disfrutar de una gozosa libertad, cuando, como es el caso, se encuentra con Tradicionalistas católicos cultos como D’Ors, con la maravillosa idea propia de un reducto espiritual del Sacro Imperio. Al igual que al anfitrión, no se le escuchará ni un solo trazo de duda o incertidumbre. A diferencia del fogoso predecesor, él habla con calma, realza las escogidas palabras para que aflore ese «poder presencial» del que habló Jünger. Habla con ademán litúrgico. ¿Qué ha dicho? «Una fiesta sagrada». Si, Carl Schmitt, don Carlos, proclama que este reencuentro con sus amigos españoles es «una fiesta sagrada en el crepúsculo de la vida».
En ese momento, justo en ese momento, y según el testimonio perplejo del gran docto escritor falangista Jesús Fueyo, «se fue la luz». El Señor Fueyo era entonces el Presidente del zcondejo General del Movimiento Nacional, amigo personal e interlocutor del Profesor Schmitt ( Cf. Una_parte_de_la_correspondencia_entre_Ca ).
La prensa de la época destacó el acontecimiento del homenaje. Se publicó en grandes caracteres. Distintos medios reprodujeron una entrevista publicada inicialmente por Arriba «por su gran interés». «Es posible que todos los países europeos tengan que acreditarse ante España», decía el profesor Schmitt. Sinembargo en ninguna radio, en ningún periódico, se informó del apagón. Nadie contó entonces que justo cuando el jerarca prendía la insignia en el pecho de don Carlos, el salón de actos de la sede del Movimiento Nacional se quedó sin luz eléctrica, completamente a oscuras, presagio de lo que pasaría con España, cuando murió el Caudillo, o cuando fue asesinado su Presidente del Gobierno y Capitán General de la Real Armada, obscuridad nefasta que completó el perjuro traidor Juan Carlos. ¿Sabotaje? Probablemente, y probablemente por ello no se informó, ni creo que el incidente no fuese investigado, demasiada casualidad, y no suelo creer en casualidades.
Este relato documental sobre el homenaje a Carl Schmitt es un texto resultante de una Vasta y profunda transformación y ampliación externa hechas por mí a la version española, del mísmo autor MANUEL RIVAS, de un capítulo de su diabólico libro en gallego titulado Os libros arden mal, de publicación en Edicións Xerais de Galicia. (El País, 02/04/2006). Ha sido profusa y profundamente expurgado, revirado y aumentado por el Padre Ricardo de Perea y González, como forma de presentar su crítica, consistente en incorporar algo bien escrito por mí, cambiar gran parte del texto, e insertar en él refutaciones mías y verdades negadas o atacadas por el autor enemigo, resultando mi trabajo final lo contrario del efecto que procuró dicho autor enemigo de Dios y sectario de la Revolución del Mal. El capítulo original es súmamente maligno, trufado de palabras, conceptos, prejuicios y juicios todo ello de muy grande y engañosa malignidad. El escritor ese es malvado, expresoespecíficamente anticristiano, aunque sin decir directamente, sino de modo insinuante, presupositivo y socarrón subrepticio, que es malo el Cristianismo, o Catolicismo, o Catolicismo Traficionalista, las tres denominaciones refiriéndose a la misma realidad: La Doctrina de Jesucristo en la Biblia, la Iglesia, la mística verdadera cristiana, y la Naturaleza y Revelación cognitiva natural.
Una crítica soberbia contra lo escrito por el obtuso Manuel Rivas, sumamente instruida, erudita del decurso político de la basura política gobernante qye nos tiraniza, la escribe el Señor Don Oscar Elías Mslú en : http://gees.org/articulos/a-proposito-de-carl-schmitt-espana-hoy-quien-es-el-enemigo

3 respuestas a «Homenaje a Carl Schmitt, Madrid, 1962. Loa y condecoración a Carl Schmitt, por el antiguo schmittista Don Manuel Fraga Iribarne, antes de su perversión. Artículo nuevamente expurgado, revirado y aumentado por el Padre Ricardo de Perea y González, el 7 de Marzo de 2020, 17,46 horas. .»