Muy Rvd°. Padre Prof. Dr. Don Cornelio Fabro. El problema de la libertad. Análisis y comentario del Padre Ricardo de Perea y González al homónimo artículo de su admirado Maestro grandioso tomista, qepd..

 

Carissimo Cornelio, Sacerdote Eterno del Nostro Dio e Signore Gesucristo, Salve! Simpatichissimo quando eravate viatore, adesso nelle Mani del Divino Salvatore, ricevete dalla mia mente queste riflessioni che Vi porgo con sommo affetto. Che Voi siate sparito e non possiamo godere più delle Vostre parole e la Vostra gratissima presenza in carne viva è una vera tragedia per i nostri cuori, una profonda e costante tristizia che non riesco a cancellare, ne voglio farlo, perché il dolore spirituale ed animico protegge l’intensità del vero  e puro amore e riverenza. Appena ho scritto nella Vostra bellisima lingua, che parlo abbastanza bene, nelle mie «riviste digitali («blogs»). Sono questi i brani piú lunghi che ho pubblicato in esse fin’ora, e poicchè parlo a Voi, vivo, nel Regno di Dio, al interno e fuori di me. Maí parlo a morti, semplicemente per il fatto che como tali non esistino. Penso e vivo alla rovescia da come pensa e sente la gente, per essa i vivi sono vivi, e i morti morti. Ma non ci sono morti, dunque nemmeno per me, e cioé, non esistono morti senza nessun genere di vita da loro vissuta, siete viventi, pur’ se non siete più viatori; continuate a vivere, vivent noi, vivo Voi, caro Saggio Sacerdote d’ Iddio. Talmente parlo con Voi, che mi sento italico. Veramente il nostro essere europeo é profondo e consistente. La Nostra fratellanza ci torna in molto connazionali. Uno spagnuolo davvero, classico, ama la penisola itálica, il Vostro Popolo, la Vostra lingua toscana, e le altre, l’arte splendido,  saggezza, squisita cortesia, Voi con tutto quello che avete di buono e civilizatore. Gli spagnuoli classico abbiamo un po’ piú di carattere militare, gli italici invece piú gentili e diplomático. Mai mi sono sentito ne visto, ne considerato straniero in Italia. Il mio é stato come un soggiorno in un’altra reggione spagnuola, e non in vano abbiamo avuto Mílano, Napoli, ecc.. Perciò la Vostra perdita per me é perdita d’un mio amato Maestro, allo stesso tempo compatriota europeo, piùttosto così sentito che in tale maniera concepito, perché quando parliamo, ci siamo presenti, non ci si pensa a queste cose, sono vissute in immediatezza, in visione ed affetto diretti. Certamente uno spagnuolo Tradicionalista naturale non é come un francese o un tedesco, quando si trova in mezzo ad italici. É molto diverso. Siamo «d’un’altra reggione» , non tanto d’un’altra nazione, o rispettive patrie recíprocamente staccate e senza intima fratellanza. Come la Vostra perdita nel mondo di viatori in cui rimango ancora, é stata per me l’assenza del Molto Reverendo Padre Maestro in Sacra Teologia, Samuele Giuliani, O. P., sabino, genio tomista. Insieme a quelle dei miei cari familiari (la morte di mio fratello Manuel Francisco sarebbe invece trionfo, gioia e festa) le vostre rimangono le piú dolorose che mi hanno colpito e colpiscono, credo che fin che me ne vada con Voi dove siate. 

Preliminar:

El falso mito del tomismo esencial puro, opuesto a «la Escuela Dominicana tomista». 

En primer lugar he dejar muy claro que la filosofía de Cornelio Fabro, semejante ente a la del Muy Rvdo. Padre Gallus Maria Mansen, O. P., o a la el Muy Rvdo. P. Gredt, no es un cuerpo doctrinal opuesto a una denominada «Escuela tomista» dominica, sobre todo, porque no existe una escuela tomista homogénea, y cada autor tiene sus peculiares interpretaciones y juicios de su propio acercó intelectual añadidos en comentarios a los textos originales (o casi, a falta de una edición crítica íntegra) del Aquinate. Hay pensamientos de un autor contra los de otro, teóricamente «de la misma escuela». Algunas no son tomistas, como la tesis del MRP Báñez,, O. P., rechazada por Fabro y por mí, de que la distinción entre esencia y «esse» es probable, no cierta. Aun así el Padre Báñez sigue la tesis de dicha distinción metafísica, o sea, la tomista, por vía de probabilidad, pero la sigue, la tomista. Por lo demás, en materias principalísimas, como la doctrina de la premoción física, el MRP Catedrático Dr. Báñez, O. P., es ejemplarmente tomista. 

Cornelio Fabro es un autor de la Escuela Tomista, pese a quien pese, es un comentarista y progresador de la doctrina del Aquinate, pero opuesto, en una u otra cosa importante, a los otros comentaristas de la Escuela, como es frecuente que estén recíprocamente contrapuestos, en no pocas cuestiones, todos los comentaristas pertenecientes a la mísma. Incluso si Fabro crease escuela nueva , ésta  sería tomista, sencilla y abiertamente una escuela tomista, purista si se quiere, y así lo es, pero escuela y tomista. Punto.  Posiciónome pués, contra el común mito y falso del Padre Fabro cual contrario a «la Escuela Tomista», mito del que se resiente el siguiente articulo:

n52a04

Ese estudio  en parte útil, inferior al de Fabro a quien comenta, concluye con una falsedad, puesta de manifiesto en el homónimo artículo que analizo, explico y perfecciono a continuación, falsedad que consiste el la tesis de que la voluntad humana, en el ejercicio de su libre albedrío, es absolutamente independiente de la acción de motor alguno. El artículo de Cristian Eduardo Benavides la afirma, el Padre Fabro la niega expresamente, como indefectiblemente conducente al ateísmo. 

Mejor estudio analítico y sintético, pero sin la perspectiva completa tomista de la realidad y ejercicio del libre albedrío es el del Catedrático Romera. Elude enteramente, como el anterior, la cuestión de la premoción física divina respecto de la voluntad libre humana :

ACERBI

EEl problema de estos estudiosos es que tratan de la Doctrina del Padre Fabro como si la de éste fuera sólo la expresada por éste, cuando no es así. La de Fabro es la de Fabro y toda la del Aquinate necesariamente o fundante, o bien consecuente, o tanto la fondante, como la consecuente con la doctrina propia y tomista expresada por el insigne filósofo. 

En todos estos autores, incluido el Padre Fabro, se halla ausente el tratar de las mentes humanas con patologías psiquiátricas que impidan la efectuación y la experiencia personal propia consciente e inmediata al sujeto, del libre albedrio. 

CUERPO DE MI ANÁLISIS Y COMENTARIO COMPLETIVO:

La palabra «libertad» es equivoca, tiene, en muchas lenguas, acepciones distintas, cada una de las cuales significa un concepto, e indica una cosa, pero la una sin ser la otra, ni en todo, ni en parte. Se habla de la capacidad de actuar con intrínseca libertad, y del acto de la libertad.  En estos estudios la libertad es «libre albedrío«, nombre unívoco, sin equivocidad ni ambigūedad alguna, y significa una facultad, o característica del poder de la inteligencia y la voluntad, resultando, el acto libre, acto de libertad, uno enteramente espiritual o de iniciativa intrínsecamente espiritual, y exclusivo del yo». Sinembargo el Rvdo. Padre Fabro comienza hablando de un concepto erróneo y moderno de libertad, que afirma era tabú tratarlo en tiempo pasado, durante la juventud de este Maestro. Lo que era tabú era defenderlo, no tratarlo y refutarlo. Con frecuencia los antimodernos han escrito contra dicha concepción humanista truncada y atea. 

Es genial y sorprendente que mi Maestro afirme que el conocimiento prototípica, original, de la libertad, no es un concepto, aunque, añado, también y después, y luego simultáneamente, haya la idea de libertad. Casi todos cuantos han llegado hasta este momento de leer ese artículo, han pensado que existe un concepto de libertad propiamente dicho y que éste es el conocimiento ejemplar de la mísma, pensamiento erróneo el de ellos. Cuando un Maestro te dice que (ejemplar y originalmente, esencialmente) no se trata de un concepto, la mayoría de los lectores se topan de repente con una novedad intelectual, sapiencia, nueva, sorprendente, desconcertante, perplejidad que ha de resolver intelectualmente. Por lo común sin conceptos, fuera de los conceptos, no hay acto intelectual propiamente denominado conocimiento intelectivo, pudiendo ser  además, cada concepto, intelectualreflexivamente por parte del sujeto, un objeto interno intrínseco de índole intelectual e inmediato del intelecto.Y la sorpresa, no precisamente tranquilizante, es mayor cuando un gran tomista muy purista da esta lección sorpresiva y profunda. Percepción directa de la conciencia psicológica, como conocimiento distinto, propio, mejor que el concepto «in actu». Se distingue implícitamente entre aprehensión (término técnico tomista) y concepto. Idea o concepto de libertad, conocimiento intelectual de libertad, la hay, reflexiva, no inmediata. En realidad la libertad es una mental, íntima y directa vivencia, palabra no obstante vaga, de significado amplio, inventada por el por lo demás estupidísimo Ortega y Gasset, el dilettante que alcanzó la fama de gran Filósofo, y nunca ha sido tomado en serio como gran filósofo, sencillamente porque nunca lo ha sido* [*Para quien tenga dudas lea lo que dice de ese aprendiz el colosal Muy Rvd°. Padre Don Santiago Ramírez («La Zona de Seguridad», «Un Orteguisno católico»).   La Libertad, y el acto libre en cuanto libre o su carácter libre es realidad captada por lo que el MRP Balmes denomina «Criterio de Conciencia», es algo superior a la evidencia inmediata de objetos externos a la propia mente.]  Y el Maestro Cornelio menciona la conciencia como la capacidad activa cognoscitiva inmediata del acto libre y de la libertad, de que, por tánto, se tiene profunda experiencia espiritual interna. «Si tú no has hecho un acto libre y auténtico en tu vida, no podrás jamás entender la libertad. Por lo tanto, pongamos la experiencia profunda de la persona en el interior del acto libre como fundamento para comprender el acto libre, para comprender la libertad. En Santo Tomás no hay una vida externa y una vida interna. Hay una vida del espíritu, la vida de la conciencia,…». La libertad de decidir actuar un deseo, o una voluntad, incluso cuando el sujeto sepa que la consecución del objeto formal propio de tal deseo no se pueda conseguir porque algo lo impida, es una realidad, una cualidad percibida inmediatamente por el yo consciente, la cuál  existe y es así percibida, independiente de todo factor de forzamiento contrario a la libertad, y de todo impedimento, los cuáles son impotentes para impedirla.

Otra experiencia común, diáfana, inmediata, pacífica, indubitable, es la que el sujeto tiene cuando ve, o sabe directamente, que puede moverse en un espacio y tiempo que se lo permiten físicamente. La mente percibe que su sujeto, con su cuerpo propio cooperante, puede hacer una cosa u otra, y percibe que su «yo» puede tomar una decisión u otra al respecto, y puede optar por mover su cuerpo, en una dirección espacial u otra, y que el espacio y el tiempo le dejan ir por un sitio, o por otro, más rápido, menos, y según las fuerzas que el sujeto percibe tener para realizar el movimiento físico que haya decidido hacer, sabiendo y sintiendo que nada ni nadie lo constriñe a decidir moverse, ni a hacerlo en un sentido, u otro. En cuanto al pensamiento, el individuo se percibe libre para pensar lo que quiera, y para secundar uno u otro pensamiento, ajustarse o nó a uno, u otro que tenga. El sabe y se siente intensamente que puede pensar, sin que la decisión que adopte, de pensar algo, la tome otro ser que lo fuerce contra su voluntad. ¿Ilusión vana? La ilusión es fenómeno mental interno, inmaterial, la ilusión de libertad contiene libertad, no la cancela, pues dentro de la ilusión se decide libremente, lo mismo dá que uno acierte o se equivoque en sus apreciaciones, y si acierta o nó juzgando sobre si tiene  opciones de elección, y lo mismo da que se esté despierto o que se sueñe, se vea un objeto extramental real, o se trate de alucinación. El acto decisional es de inteligencia y voluntad, la percepción de la ausencia de constricción ajena a la mente del sujeto, o ajena a su yo, es espiritual, interna a la mente, y el sentimiento aprehensivo de la índole libre decisional de la voluntad del yo, es también interno subjetivo, pero real. Y tratamos de realidades internas, subjetivas, exclusivamente subjetivas y a la vez perfectamente objetivas o reales intramentales. Hasta cierto punto es verdad que el estado subjetivo de «libre albedrío real» no pueda ser conocido, sin ser experimentado. Aunque es verdad que «Si tú no has hecho un acto libre y auténtico en tu vida no podrás jamás entender la libertad», no es absoluto que la libertad o libre albedrío «no puede ser expresada adecuadamente con los conceptos».Pefecto-«Adecuadamente» no puede ser expresada ni esa realidad, ni muchísimas otras, que son percibidas por inmediata aprehensión espiritual, no obstante intelectual, conceptual, pero no expresiva, sino directamente captativa o aprehensiva. La adecuación de dicha percepción inmediata, a su objeto que es el fenómeno psicológico de la libertad existe, es perfecta en cuando adecuación mental humana perfecta en su género. Una mínima adecuación existe también en el concepto como expresión reflexiva de dicho fenómeno al cuál conceptúa. Sí hay concepto verdadero de libertad, o, lo que es lo misno, definición conceptual de «el libre albedrío». Cosa distinta es que no se pueda conocer perfectamente el fenómeno real, la realidad de la libertad pdicológica, si no se tiene experiencia del mísmo. Tampoco la libertad, caso de no ser experimentada por un ser humano inteligente es dificil de entender asaz tan sólo entendiendo la definición conceptual precisa de «el libre albedrío». Y no es difícil, porque el concepto expresivo de libertad es mínimodefinitoriamente también negativo, por cuanto hay una via conceptual bastante eficiente de conocer mínimamente el libre albedrío, distintamente a lo que acaece con otros fenómenos como la visión ocular, oler, o las sensaciones táctiles, que son realidades, efectos positivos. No son conocidos con conceptos puramente negativos o negacionales de algún acto, o alguna realidad. Un ciego de nacimiento nunca podrá tener el concepto específico de «visión», no puede saber qué es ver, la especie»ver», sólo puede tener los conceptos genéricos de «sentido corporal» y de efecto propio psíquico, conciencial, del ejercicio de un sentido corporal que no posee. Sólo podrá saber que ver es algo semejante a los actos vividos propios de sus respectivos sentidos que posea el dicho ciego de nacimiento. Eso es casi nada. Del sentido que no tiene, puede tener idea o concepto sólo genérico que de sentido corporal adquiera en ocasión del o los sentidos corporales que tenga y cuyo efecto psíquico principal propio haya experimentado. Conocerá el género, no la especie de un ver, oir, o sentir táctilmente, si son fenómenos de los que no haya tenido experiencia jamás. Un ciego que ha sido siempre tal no puede tener el concepto específico de visión, imagen; los puede tener específicos científicos de luz, iluminación, color, … pero no como luz percibida en visión, ni conocerá el color como sensación. Esto no acaece con el libre albedrío. Se puede tener concepto específico mínimoexpresivo de él, sin experimentarlo o percibirlo, y se puede tener conciencia de él como algo vivido por el sujeto. Y esto es así porque, conociendo experiencialmente la libertad, o no, el concepto de libre albedrío adquiérese con la percepción del carácter autónomo de la voluntad libre, pero también con la constatación de una ausencia, la de impedimento o constricción. Es la constatación de una una negación,  o sea una afirmación de ausencia de obstáculos a la posibilidad activa de ejercicio interno o puramente psíquico NO forzado a hacer algo y no otra cosa distinta a aquella que decida hacer, no forzoso, no fatídica o ineludiblemente necesario de la voluntad y de su capacidad decisoria o decisional, en el ámbito puramente del «Yo sujeto» activo y «yo fenoménico» o actividad mental del yo. Por otra parte es verdad que el conocimiento de ese concepto específico no es ni la experiencia del fenómeno del libre albedrío, ni puede substituirla en tipo, calidad y perfección de conocimiento que es la percepción del objeto experimentado, que es directa, no primeramente conceptual. En el articulo precedente filosófico, y teológico de referencias, el apreciado y famoso autor doctídimo y amabilísimo pone una sola fuente de la evidencia de la libertad individual psicológica, espiritual, del yo óntico irreductible: la propia experiencia espiritual de conciencia psicológica que el individuo tenga, de su libertad: «pongamos la experiencia profunda de la persona en el interior del acto libre como fundamento para comprender el acto libre, para comprender la libertad. Y esto me parece auténticamente tomista. En Santo Tomás no hay una vida externa y una vida interna. Hay una vida del espíritu, la vida de la conciencia, la vida del alma, que se proyecta en dirección al fin último. ….» Ahora bien, hay dos experiencias de la libertad espiritual, de suyo interna, a saber: la inmediata y la refleja. El individuo percibe su facultad de obrar mental y libremente con evidencia inmediata, que en lenguaje balmesiano, es experiencia obtenida con el «criterio deconciencia«, algo más profundo que las evidenciasinmediatas de las demás realidades externas al yo óntico y fenoménico; la otra es efecto de la reflexión sobre la libertad que ha experimentado antes, y sobre el antes de decidir actuar libremente, reflexión o conciencia refleja que puede extenderse al propio acto libre consumado, pensado ahora reflexivamente como objeto de tal reflexión, que versa sobre el recuerdo cierto del mismo. Alegar la conciencia de la libertad,  la conciencia del yo que aprehende el estado ontológico, psicológico del libre albedrío, yo que se percibe como sujeto de sus actos voluntarios mentales y de la libertad mental que tiene de decidirlos y ejecutarlos, libertad no fuera de la mente, alegar esa conciencia como única probanza infalible de la existencia del libre albedrío humano, o sea, percibido a través del intelecto imediatamente perceptor de su poder mental y de su capacidad de libre, no constreñido, ejercicio del mismo, la cuál es inmediatamente percibida no como añadida, sino como propia del propio intelecto, presupuesto  suficientemente sano o cuerdo, es también negar que toda otra realidad, toda otra experiencia y todo otro argumento pueda refutar la existencia objetiva del verdadero conocimiento directo de la libertad del sujeto que la conoce, y pueda refutar la certeza de la propia libertad del sujeto consciente de ella. La conciencia inmediata es común a los hombres que ejercen su racionalidad; la en cierto modo mediata o reflexiva, que vuelve a su objeto subjetivo, a través del recuerdo cierto de su anterior experiencia es propia  del filósofo y del  teólogo, aunque es común a todo hombre que reflexione. Advierto que no

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