EL PENSAMIENTO FUNDAMENTAL Y NUCLEAR METAFISICO (TEOLOGICO- Y FILOSÓFICO POLÍTICO) DEL EXCELENTISIMO SEÑOR MARQUES DE VALDEGAMAS DON JUAN FRANCISCO MARIA DE LA SALUD DONOSO CORTÉS Y FERNÁNDEZ CANEDO, Y SU CAPACIDAD CONSTITUTIVA LOGICA CONDICIONAL DE ADHESION AL TRADICIONALISMO CATOLICO CARLISTA. DICTATORIALISMO PERPETUO DURADERO EXCEPCIONAL DEL CARLISMO, Y DEBER DEL CARLISTA DE APOYAR, CON LEALTAD Y DENUEDO, A TODO REGIMEN QUE, ANTE LA IMPOTENCIA PARA ELLO CONCRETA DEL PERSONAL CARLISTA, SEA CAPAZ DE CONSEGUIR LOS PRINCIPALES OBJETIVOS RELIGIOSOS, POLITICOS Y SOCIALES DEL CARLISMO, LUCHE POR ELLO Y, DIOS MEDIANTE, LO LOGRARE. Artículo en curso, estado en que se halla desde el 23 de Octubre de 2020.

 

Excm". Sr. Marqués de Valdecilla, Don Juán Donoso y Cortés, Retrato.Excm°. Sr. Marqués de Valdegamas, Don Juán María Donoso y Cortés, Retrato.

Fuentes primarias de sus obras: : http://www.madrid.org/archivos_atom/index.php/juan-francisco-donoso-cortes

http://www.madrid.org/archivos_atom/index.php/juan-francisco-donoso-cortes-organizacion-y-control-del-archivo

Biografía somera en lo personal y algo extensa y definitoria en las síntesis compendiosas del pensamiento del Marqués, espte. el del «Ensayo sobre el Catolicismo…» : http://www.filosofia.org/mon/tem/es0026.htm

 

[Inciso, publicidad: ¡Blog prohibido por Facebook y Twitter, no difundido por esas plataformas projudías sionistas : https://ekerylar.wordpress.com/ ] 

Nota Preliminar : 

Cuando en el título del presente opúsculo decimos «perpétuo» usamos el término en sentido clásico jurídico, de derecho romano, y luego canónico. «Perpétuo» significa:  Por tiempo indefinido, o hasta revocación del mandato, o de la Ley concreta general, o bien del decreto singular, con vigor «perpétuo». Cuando decimos «duradero», es porque creemos que nuestras naciones están tan mal, que sus graves circunstancias justificativas de una dictadura saludable de la DERECHA TOTAL es previsible duren mucho tiempo. La persistencia de dichas circunstancias, que, lejos de remitir, se agravan, y por tánto, la necesidad de la Dictadura del Bien, se perpetúan. Tal Dictadura se impone venciendo, substituyendo, sucediendo, a la dictadura encubierta y de carcasa plebiscitaria «democratista» fementida que nos tiraniza desde la Revolución institucionalizada, estatalizada, y a través de sus causas, o sea, sus secuaces sectarios, embaucadores, vividores, tiranos y bandidos parásitos, saqueadores del pueblo y expoliadores del erario público . ]

En la etapa final del jansenismo, la de su connivencia y cooperación con el Iluminismo, y en la etapa inicial del Liberalismo, en su toma de poder del Estado se produce una persecución contra la Iglesia genuina, a la que llaman ultramontana, pretendiendo que eso que denominan ultramontanismo no es el Catolicísmo verdadero, sino una facción exagerada, extremista y sectaria del Catolicismo. Proceden inmediatamente a robar al Clero, a lo que los liberales, ladrones, que amparan, sus latrocinios, en sus pseudoleyes, y los enmascaran bajo eufemismos hipócritas, llaman «desamortizaciones de los Bienes del Clero». Si funciona una Santa Inquisición, no pueden imponer sus herejías y fechorías, sin antes abolirla e incautar los bienes de ésta. Un año después de desmantelarla definitivamente, se produc,  en España, la primera matanza de frailes, 1935, tras derrotar a la gloriosa Monarquía Absokuta y Tradicional católica Española, la defendida, criticamente, por El Manifesto de los Persas y el Obispo de pseudónimo  Rafael Vélez, un absolutismo tradicional, que no es el que pintan los pseudocarliatas de la secta ideológica del marrano Federico Wilhensem y Elías de Tejada.

En la etapa final jacobina o Liberal, preparatoria inmediata de la Dictadura del Anticristo persona física, se produce lo que se denomina «privatizaciones» de los bienes raíces y demás públicos que sostienen la autonomía política del Estado y Poder Político. La expropiación, por parte de agentes de la economía privada, de los bienes públicos o bienes propiedad de la persona o personas estatales, tiene como efecto formal propio la consecución inmediata del monopolio privado de la riqueza, al principio en varios propietarios privados, y, según la ley de concentración del capital, finalmente en cada vez menos manos, hasta que o quede en una irreductible oligarquía (estadio que entiendo transitorio), o en las manos de una sola persona física que posea como tal y manifiestamente, o bien apareciendo (de apariencia oficial) como cabeza de una persona jurídica privada, o de un conjunto de empresas superpuestas. Las llamadas leyes antimonopolio han sido y serán astutamente sorteadas. Esa persona física, punto omega del proceso liberal, es el Anticristo, meta de la oligarquía Judeoyanki sionista, masónica, anticristiana, con sus antieuropeos judíos malos y sus siervos de la UE.
El sistema bolchevique no es mero vástago de la Revolución masónica, jacobina, liberal, sino mucho más: Es el desarrollo lógico/fáctico del propio liberalismo, es la última etapa de un mísmo macroproceso, el de la Revolución Integral. El liberalismo desemboca en comunismo, el expolio total a que se someta al Estado, desemboca en la substitución total del Estado liberal – propietario o poseedor, pero que también tiene a propietarios privados que han de pagar impuestos- por una individual persona física, constituido en Estado de facto, o individuo privado supraestado, del que dependen de facto necesario, en los bienes materiales, medios indispensables materiales de subsistencia, los Estados y sus respectivos países y poblaciones, incluidos los individuos del pueblo como tales. De ahí que el comunismo no sea más que esa realidad última, pero oficial y manifiesta, mientras que el liberalismo terminal es la misma realidad pero inconfesa, encubierta tras títulos hueros oficiales. Antes de tan abyecta culminación notamos la propiamente dicha «evolución comunista del sistema concreto liberal», los individuos humanos en cuanto tales individuos somos cada vez más sometidos pie cada vez menos individuos hacendados y adinerados, somos oprimidos, explotados, por lo que, tarde o temprano, se convierte, por la mencionada ley, lógica y sociológica económica, en cada vez menos manos, hasta finalmente quedar en las de uno, punto final del proceso, cuando el Estado se convierte en «Administración» de los bienes de un solo individuo, único propietario de los bienes raíces y de los demás fundamentales.
En el Reyno de sus Majestades nuestrus Reyes Católicos, y Carlos I y Felipe II, se entiende capital que tanto la Corona tenga Reales Sitios y Hacienda en pleno dominio, cuanto las personas jurídicas municipales, las corporaciones, etc. . El Estado, los organismos públicos, el general y los locales (con personalidad jurídica subordinada al Monarca) deben tener grandes empresas públicas, tierras, bienes propios, en calidad y cantidad suficiente para contraponerse a hacendados privados y a mercaderes. Igualmente la Iglesia y sus personas públicas denen ser ricas en bienes materiales. Los asquerosos hipócritas liberales, ladrones sobre los bienes del Clero, tienen el lema pauperista hereje de «Una Igjesia pobre y para los pobres». Una Igjesia pobre es obviamente lo peor para los pobres. El divino Lema católico es «Una Igjesia rica para pobres y ricos», con Caridad y Justicia, Política Santa contra la que los liberales hablan y desamortizan, o sea, roban sacrílegamente.
Cuando un Estado vive sólo de los impuestos, es un lacayo, el que se impone y manda, por la ley natural de el más fuerte, es el propietario de los bienes y actividades por las que paga impuestos, porque el Estado depende de él, no él del Estado, aunque las apariencias indiquen lo contrario. Los mayores propietarios financieros, y mayores mercaderes, sobornarán, emplearán privadamente, clientizarán, o recompensarán (con promesas que se sabe cumple esta canalla) a los candidatos a políticos (cuyas campañas propagandísticas y plebiscitarias financian dichos magnates) y a los políticos.

Nunca han dicho la verdad, y es que la democracia igualitaria es naturalmente imposible.

El proceso revolucionario Integral fue visto por nuestros Escolásticos como el de liberalismo/Socialismo/Comunismo, visión compartida tanto por Lenin, cuanto por Hitler. Los mencheviques sabían que el comunismo era el término del desarrollo del Liberalismo, incluso sin necesidad de golpe cruento, o violento, de Estado, como lo sabía el judío Karl Marx (judaista al parecer, creyendo en Adonai, yendo a la Sinagoga, y diciendo, a los goyim, que Dios no existe y la Religión es el opio del pueblo).
Lenin, con la creación de un partido de Revolución marxista violenta, y absolutismo del partido único comunista marxista leninista, aceleraba el final procesal, con un golpe violento de Estado, y con exterminio físico de todo antirrevolucionario militante.
El proceso revolucionario es uno, en movimiento, por etapas, con principio, desarrollo y fin.
El error de fondo de algunos no obstante utilísimos articulistas , es censurar medidas concretas de políticos, o determinados Gobiernos, sin poner de relieve que tales medidas van a caballo de un régimen revolucionario institucionalizado y en movimiento de avance, que puede ser irregular, padecer reveses transitorios, recular y volver a avanzar, pero su inercia es hacia más, hacia peor para la Humanidad. La ilusión que subyace en estos autores es la de creer que se puede conseguir un gobierno Liberal «Conservador» estable, duradero y definitivo, por ejemplo: De llamados «católicos liberales», o democristianos, porque gente bajo esas siglas herejes, de meras apariencia y fama de católicos, apariencias religiosas y políticas, han gobernado oponiéndose a liberales más radicales y a leninistas. Esos articulistas y los Conservadores ignoran que se hallan insertos en un proceso en movimiento, dentro de un régimen que los depone periódicamente, ignoran que es cuestión de tiempo y de oportunidades de éxito de la propaganda radical liberal, para que, tarde o temprano, el Conservadurismo ceda el paso a los agentes genuinos liberales más puros, de modo que, en el nuevo período de gobierno liberal radical se den avances del Mal, que imposibiliten recuperación de lo destruido por los liberales agudos y lo contruido por ellos perjudicial. La recuperación, enseña la Historia reciente, es posible sólo con el triunfo del fascismo Cristiano, fundamentalmente el católico. Una vez «demonizado» por la eficaz demagogia diabólica de la llamada Izquierda, sus posibilidades se esfuman, como se esfumaron, por el mismo motivo, las del movimiento de restauración de las Monarquías tradicionalistas europeas.
Paradógicamente no hay libertad sin Dictadura, sin Monarquía Absoluta honesta y benefactora, que custodie y defienda, con sabia y poderosa oratoria y a hierro v fuego, las naturales libertades individuales y corporativas de los suficientemente buenos. En tiempos de revolucionarios sediciosos, vale la lección que el anciano Príncipe Metternich dió al Marqués de Vaidegamas, cuando le dijo que la Monarquía Tradicional Católica había perdido su absoluta supremacía, por ser, los monárquicos Tradicionalistas católicos, demasiado blandos y tolerantes con los liberales. Deben ser prohibidos, penados, juzgados y ejecutados en masa, lección aprendida e ilícitamente «superada» (captura, internamientos, ejecuciones, por vía policial, no judicial) por agentes del Estado Nacionalsocialista, y, en bando y objetivos opuestos, por Lenin y Stalin, los más eficaces estadistas, del Mal, claro, con menoscabo cruento e inmenso del Bien y de numerosísimos inocentes.
No hay solución Liberal, la solución es una Civilización sana y robusta y exterminar todo soporte físico del liberalismo, y del proceso integral revolucionario, en la acepción técnica de este término. La solución está en la repristinaciön y radicalización leonina del Antiguo Régimen, con aniquilaniento del adversario, está en el Régimen del antiguo y eterno espíritu, con su Santa Inquisición, de tipo hispánico y de la Santa y Universal Romana Inquisición. Como esto no se logra, estamos muy lejos de poder, podremos eventualmente retrasar una vez, o una y otra vez, el avance del proceso revolucionario, pero no conjurarlo, ni extirparlo ni evitar su para la Humanidad fatal desenlace.

¿Por qué la Santa Inquisición? Porque es el instrumento demostradamente eficaz para la indispensable empresa de limpieza integral  o social, limpieza de raíz, bajo el axioma racional teológico tradicional de que la herejía es un crimen, de los peores crímenes, que como tales han de ser tipificados y penados por el Poder Civil. Si ello no se hace, de la herejía surgirán las pestes que destruirán, como lo han hecho, a todo Estado Católico. El liberal es un criminal en nuestro sistema, delincuente de lesa Majestad, y como tal ha de ser tratado… si se puede, la cuestión no es si es lícito pode, sino que hay que hacer para poder, y encaminarse a poder y, cuando se pueda, consumar, lograr la meta.
Con un tumor maligno, como el liberalismo, el Parlamentarismo, y sus instituciones estatales,  se puede vivir como mucho tiempo, retrasar sus efectos, con terapias agudas, pero, si el cáncer no se estirpa, acabará con el cuerpo en que se alberga. Las células cancerígenas contaminan a las sanas; llegados a la metástasis es el tumor el triunfador sobre el resto del cuerpo sano y el organismo del individuo a quien mata.

Al pan pan y al vino vino.

He ahí la formulación exhaustiva del núcleo del pensamiento de Donoso Cortés y sus exigencias lógicas, católicas y españolas genuinas, los principios y desarrollo teórico y práctico del pensamiento nuclear del Donoso Cortés maduro y profundamente convertido conducente a la instauración de una Dictadura mucho más rica y perfecta que la que podía ofrecer el General Narváez, es la Dictadura Monárquica Tradicionalista perfecta antiliberal, Apogeísta Católica Civilizacional la única a que conduce el gran hito del Ensayo sobre el Catolicísmo en sus relaciones con la Revolución en cualquiera de sus etapas y en todas ellas.

Ricardo de Perea y González , Pbrº. .

 

PRIMERA PARTE:

 

INTERPRETACIONES DEL PENSAMIENTO FUNDAMENTAL DEL MARQUÉS EN SU ÚLTIMA ETAPA DE TEOLOGÍA POLITICA, habiendo 3, cuando sólo debía haber una, o “una y media”:

PROEMIO

I

Se va a tratar siempre, de cuál sea la interpretación certera del pensamiento donosiano desde 1948 exclusive, pues en ese año, y por lo que veremos en el discurso reportado en nuestro presente opúsculo, el Marqués daba nuestra evidente de conversión a católico militante coherente en hacer política integralmente acorde con una acertada filosofía política, y con el interior Catolicismo verdadero donosiano, el de la Iglesia Católica Pontificia y oficial, existente en la época.

<< Donoso, arrepentido, nos cuenta los resultados de su acción política en su «etapa liberal», anterior a 1848:
«Yo siempre fui creyente en lo más íntimo de mi alma, pero mi fe era estéril, porque ni gobernaba mis pensamientos, ni inspiraba mis discursos, ni guiaba mis acciones»
Es una magnífica descripción de los políticos que se dicen católicos, militando en los  partidos del Sistema, que son estériles para el Bien pero son muy útiles para el Sistema como coartada de pluralidad y sirven para mantener secuestrado el voto católico poniéndolo al servicio de políticas anticristianas.
¡Que los políticos «católicos» no me cuenten cuantos rosarios rezan, cuantos libros sobre santos escriben, a cuantos retiros van, ni en cuantas mesas redondas de congresos católicos participan!
¡Que me cuenten, en función de la posición que ocupan, cuantas y qué proposiciones han hecho en parlamentos, ayuntamientos, etc.., qué leyes han aprobado, qué leyes han derogado, cuanto dinero público han dedicado a favorecer la familia,  la vida, la educación, etc… y qué resultados, reales y palpables y no imaginarios, han tenido!
¡Y que evalúen, no con voluntarismo, sino con realismo, el bien que han podido hacer militando en partidos del sistema, si alguna vez han podido cambiar las posiciones políticas de éstos y sus actuaciones controlando la administración, frente al mal que han hecho reteniendo con su presencia el voto de los católicos en partidos contrarios a los valores cristianos e impidiendo que esos votos apoyen a organizaciones alternativas cristianas que si hubieran alcanzado parlamentos y administraciones públicas hubieran hecho el Bien! >>  Don Manuel Morillo, PORTAL «Tradición Viva», 22-10-18, texto corregido aquí, por mí, de erratas ortográficas (Cf. http://www.tradicionviva.es/2018/10/22/donoso-cortes-sintetiza-magistralmente-lo-que-ocurre-con-los-politicos-catolicos/ ). En realidad el Marqués usa algo la hipérbole en su afirmación. De seguro hizo algún bien católico en su partido, en su etapa liberal, no por liberal, sino por «moderada». Pero quiso convertir al partido en instrumento del humanismo cristiano de inspiración católica, y tal cosa no la logró, fracaso que confesó después, alegando haber sido imposible el enderezamiento de dicho partido.

II

En ninguna época como la desdichada nuestra ha habido sobre cosa clara, muy a la vista y muy sencilla, interpretaciones tan diametralmente opuestas, y muchas disparatadas. Reportamos en PDF un artículo sobre las tres interpretaciones o ” líneas de interpretación” globales más significativas y relevantes que se irrogan la recta comprensión del ideario del teólogo católico de la política, político articulista, escritor epistolar y de un solo libro «Ensayo sobre el Catolicismo…», Diputado, y Diplomático (Embajador).

Dos de ellas no deberían existir, sobre todo una: la que soslaya y da como sin efecto de cambio la conversión al Catolicismo político y tradicional, del Excelentísimo pensador. Es tan descabellada, que cuesta creer que se haya hecho, pero…   pero   << Hay gente “pa” “to” >> , sentenciaba el torero que ha dicho la frase probervial más corta, más metida en la mente, y más difundida de cuantas son de general conocimiento y convicción espontánea de los españoles. “Hay gente para todo», o capaz de todo, una de lo más racional, y otra de puros dislates.

En esta era ferruginosa, puede que si dices, por ejemplo, que quieres subir a un Tranvía para ir a la Catedral hispalense,  te salga uno escribiendo todo un grueso libro en que afirme demostrar que lo que quisiste decir es que querías subir a un crucero para Canarias, a comer plátanos en el valle de la Orotava.

En cuanto al artículo que inserto es inteligible, aunque podía haber sido más preciso, denso y conciso. Para entenderlo mejor, y a los intérpretes, hay que leer a Donoso Cortés. “Si quieres entender a Cayetano, lee a Santo Tomás”, se decía antiguamente en nuestras Universidades escolásticas y Colegios universitarios. Si quieres entender, a veces, cuanto humanamente se puede, a profundos y complejos intérpretes y comentaristas, así como a complicadores enredosos, vete al pensador y pensamiento que interpretan, o comentan, porque el agua recién salida de la fuente es a menudo más clara que cuando ha pasado por los meandros de cerebros complejos, o por los sucios canales de los desquiciados.

Por fortuna a Donoso Cortés se le entiende todo con suma facilidad, porque habla muy claro, como Balmes, en cuanto al uso de un lenguaje unívoco, sin ambigüedades ni equivocidades, ni expresiones obtusas.

Se cuenta la anécdota, puede que fantasía, de que Ortega y Gasset*,

*bien refutado por el MRP. Fray Santiago Ramírez, O. P., que demostró que no hay ni puede haber «un orteguismo católico», Ortega, engreido, no católico y un anticlerical práctico, que retiró la palabra a su amigo y gran germanófilo García Morente, cuando fue ordenado Presbítero Católico, de mente tridentinista, y por eso mismo, repudiado por ese mediocre, cuya gran fama está en proporción inversa a su profundidad y valía, o sea, todo un «buñuelo, inflado, con más aire dentro, que pastel» .

admirador de los filósofos alemanes racionalistas e idealistas, todos ellos de muy enrevesado y obscuro lenguaje, explicaba con entusiasmo, empleo de largo tiempo, esfuerzo y muchas palabras,  a su alumnado, la doctrina de aquéllos, para “aclararla”, y, cuando había terminado la lección, preguntaba : ” ¿Está claro?”. Tras contestar que sí los oyentes, Ortega respondía : “Pues … ¡Obscurescámoslo!”. Estaba, en aquellos días, de moda, y parece que aún, apreciar sobremanera tinieblas mentales que parezcan jeroglíficos o fórmulas de física cuántica de que se crea y espere que guarden secretos, los cuáles, una vez desentrañados, revelen logros de alturas intelectuales supremas.  Se amaban los textos modernos ((eso sí: los modernos sólo) difíciles, las fórmulas complejas en exceso, las palabras y pensamientos enigmáticos y obscurísimos, a la par que los predicadores obispos de “la puesta al día” (“Aggiornamento”),  la “cultura yeyé” y el “pathos” de juventud beathlesiana”, “pathos de “Giovinezza primavera di bellezza” (sin advertir que lo heredaban subliminalmente  del entonces reciente Fascismo Italiano, y la todavía coleteante Falange Española Jonsista de la preguerra), esos nuevos Obispos con «el papa» nominal moderno de turno, al predicar de temas controvertidos, y cuando querían “hacer de herejes, siéndolo, más no pareciéndolo”, se daban a todo género y abundancia de ambigüedades, insinuaciones, y equivocidades, para que unos y otros, enemigos entre sí, salieran contentos interpretando que el predicador estaba de acuerdo con los oyentes, vete a saber cuáles. Así, se cuenta del Cardenal Bueno y Montreal, amigo y protector mío*,

(*al final con mucha doblez, por la insidia del sinvergüenza Pedro Ibarra, «cura, mejor dicho mal curandero, radicalísimamente antitridentino, intrigante, odiado profundo de todo católico de la Fe del Syllabus, activo enemigo mío, y vilipendiador de mi Tradicionalismo, habiendo a mis espaldas escrito al Vicario General Castrense, acusando e de celebrar Misas tridentinas «en casas particulares». El Arzobispo Carlos Amigo lo nombró párroco  una de las mejores parroquias hispalenses, la de Santa Cruz. Ese hereje antisyllabus, anticatólico visceral y malvado, agresor intrigante a espaldas del agredido, a quien se deja mostrar con semblante pacifico y fasa actitud de amable y servicial a quien sabe de ideario y religiosidad distintos, incluso dentro de la carcasa de la de la aparente Iglesia Oficial.)

que iban a pedirle asentimiento dos en litigio, y, luego de haber salido de las respectivas audiencias en Palacio ambos, uno detrás del otro, el uno preguntana  a su adversario: “¿Qué te ha dicho?” . “Me ha asegurado que llevo razón”,  Respondía el interrogado. “¡Anda … ! – replicaba el otro – ¡Lo mismo me ha dicho a mí!”. Era la época de los que querían contentar a todos, y que todos pensasen que se les daba la razón, de modo que tuviesen en estima a los superiores y los dejasen en paz, sobre todo eso: que los dejaran tranquilos.

Ni Donoso Cortés, ni Jaime Balmes, ni la inmensa mayoría, si nó todos, de  clérigos católicos de verdad, que copaban el Clero existente por aquel entonces era de esta calaña, ni vivían bajo esa miseria espiritual, anímica y moral, ni estimaban su mundana tranquilidad más que hablar claro y profundo, procurando no dar lugar a dudas y, si las había, resolverlas facil y rápidamente, con  claridad meridiana. Hubo antes excepciones que crearon escuela como el Padre Molina en su libro «Concordia…», no así en sus seis geniales «De Justitia et Jure», y el todavía anterior: Beato Juan Duns Scoto, peor que el Cusano, y ambos útiles a los heterodoxos de la pseudofilosofía moderna.

 

PRIMERA  PARTE:

PARTE PRIMERA, de la Primera Parte :

 

APUNTES SOBRE LAS TRES INTERPRETACIONES

 

EXPOSICIÓN SUCINTA DE LAS TRES INTERPRETACIONES, ARTÍCULO EN PDF, para descarga gratuita:

Dialnet-TradicionDecisionYModeracionCriticaALasTresViasDeA-6259391

 

En pri.er olano el Muy Reverendo Padre Don Rsúl Sáncjez y Sbelenda, Yraficionalista Monárquico hospanistaIntegrosya, ... durante una conferencia en que se ve oresente Su Excelemcia Teverendísima Monseñor Doctor Marcel Lefébvre, Obispo Titular de Thule (ni más ni menos, menudo Nombre y divina coincidencia de homonimia), en toempos en qie el docto Sacetdote episcopal no había dodo ni suspendido, ni excomulgado, censuras canónicas ulteriores de al menos dudosa justicia. En los comienzos todavía no había adoptafo el rito juanventitresino, y seguía el "Ordo" litúrgoco de Ssn Pío X. El pensamiento del Psdre Sánchez está a las antípodas de la interpretación tendenciosa y corruptora liberal del ideario madiro del Marqués de Vsldegamss, y se contrapone a la tesis simplicista y simplona , contra la autenticidad tradicionalista donosiana, tesis aquella defendida por el Catedrático Elías de Tejada, uno de los adalides del virage pseudocarlista hacia el antirracismo y antifascismo, incluido el o los sntinacionalsocialismos, convirtiéndose dichos sujetos en antieurocruzadistas, lo que csrecería de transcendencia si no se hubiese tratado de relevantes miembros de la Comunión Tradocionalista, a los cuáles les venía muy cómodo, ante el democratismo judeomasón coercitivo y oprimente, presumir de opositores rsdicales a toda Dictafira. Peto, wieridis seglares, henos aquí, Sacerdotes clérigos, reductos a nuestro bunker. Ningûn lsico nos echa la pata en Sagrada Teología, ni antaño, ni shora, ni nunca, y no nos excederá en precidión de tiradores, cuando disparamos desde nuestras más altas atalayas.

 


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En la aquí penúltima fotografía, en primer plano, está el Muy Reverendo Padre Don Raúl Sánchez y Abelenda, Traficionalista Monárquico hispanistaintegrista, … durante una conferencia en que se ve presente Su Excelencia Reverendísima Monseñor Doctor Marcel Lefébvre, Obispo Titular de Thule (ni más ni menos, menudo nombre y divina coincidencia de homonimia), en tiempos en que el docto Sacerdote episcopal no había sido ni «suspendido a divinis» , ni «excomulgado» , censuras canónicas ulteriores de al menos dudosa justicia. En los comienzos todavía no había adoptado el rito juanventitresino, y seguía el “Ordo” litúrgico de San Pío X.
El pensamiento del Padre Sánchez está a las antípodas de la interpretación tendenciosa y corruptora liberal que se ha hecho del ideario maduro del Marqués de Valdegamas, y se contrapone a la tesis simplicista y simplona  contraria a la auténtica tradicionalista donosiana. Una de las tesis falsas es la defendida por el Muy erudito Catedrático Elías de Tejada, uno de los adalides del virage pseudocarlista hacia el antirracismo y antifascismo, incluido el o los antinacionalsocialismos, convirtiéndose dichos sujetos, en parte doctos carlistas, en antieurocruzadistas, lo que carecería de transcendencia si no se hubiese tratado de relevantes miembros de la Comunión Tradicionalista, a los cuáles les venía muy cómodo, ante el democratismo judeomasón coercitivo y oprimente, presumir de opositores radicales a toda Dictadura, al «Franquismo», «Fascismo», y, sobre todo al «Nacionalsocialismo», usando sin empacho la palabra izquierdista, peyorativa y tergiversadora «nazismo«. Peor, en esto, que Elías de Tejada fue el mucho menos erudito,  un gran fantaseador ideológico y antihistórico «grossolano» Frederick Willhensem (Cf. Varapalo a Willhemsen, en https://ricardodepereablog.wordpress.com/2019/02/20/liberalismo-catolico-fascismo-s-y-nacionalsocialismo-s-de-inteligencias-mediocres-movimientos-y-regimenes-sin-doctrina-ni-personalidad-propias-incapaces-de-resolver-los-problemas-fenomenos-a/ ) Hay una crítica cabal carlista a los fascismos, en lo que les falta de lo mejor de nuestro Tradicionalismos católico, pero esta crítica, que hago en alguno de mis artículos (como el sobre el Beato Obispo Residencial Marqués de Galen) no es la contaminada de esos carlistas gravemente deficientes y de espíritu mediocre, con más temperamento que sagacidad. Y crítica de sus fascismos, y de lo hecho en ellos la hallamos hasta en Hitler y Goebbels, autocriticos, mucho más que la Izquierda, que se cree infalible, «la papisa ex cátedra».

Ante estos enemigos, inteligentemente estúpidos, de toda dictadura, y, por tanto, del verdadero completo Carlismo, henos aquí, queridos seglares, Sacerdotes clérigos, reductos a nuestro bunker. Ningún laico ni Clérigo inferior a Presbítero nos echa la pata en Sagrada Teología, ni antaño, ni ahora, ni nunca, y no nos excederá en precisión de tiradores, cuando disparamos desde nuestras más altas y sagradas  atalayas. Hacémoslo ahora con tino, para, muy excepcionalmente, delucidar el pensamiento metafísico y empíricopolítico de un laico, metafísica que en la persona y mente del Marqués de Valdegamas tiene una guía teológica extrinseca al pensamiento de filosofía puramente natural, pero de hecho impera en la mente concreta del egregio Aristócrata.

¿Qué decir, pués, de Su Majestad Don Xisto I? ¡Oh Dios, qué buen Señor, si oviese buen[os] vasallo[s]; al revés, aunque queriendo elogiar al protagonista, de lo que sentenciaba el poema Mío Cid, de Don Rodrigo Díaz de Vivar, Cid Campeador: «Oh Dios, qué buen vasallo, si oviese buen señor». La más prodigiosa mente leal a Su Majestad es la de Usía el Coronel Don Miguel Ayuso, Catedrático, à cuyo Maestro que en mucho es mío también, he dado grandes varapalo por su incoherente y estúpido antieuetnismo de nuestras razas hispánicas. y por sus erróneas interpretaciones de Donoso y Balmes. Con Usía destacan  los hijos del paea nosotros Excelentísimo  Señor Don Rafael Gambra y Ciudad, amigo mío., qepd, como me considero amigo del agudo Catedrático de Lógica Don José Miguel Gambra y Gutiérrez, que Dios guarde.

En cuanto al denso y muy aprobechable nacionalsocialista profundamente católico, tridentinista, Filósofo del Derecho y jurista alemán Karl Schmitt, se consideraba discípulo del Marqués, le atribuye la idea de un cierto  «decisionismo», el cual no funda la legitimidad prioritaria de una soberanía, un gobernante, ni una decisión legislativa, o «decretal», o sea que mande hacer o no hacer. Los juicios sobre las decisiones de mando, del que manda, lo que se denomina «decisionisno» del Profesor Schmidt, se inspira más bien en parte observaciones formuladas por el Conde De Maistre, pero también,  de un modo u otro, en el pensamiento donosiano. Conde francés, y Marqués español, ambos Embajadores, el uno ante Rusia , y el otro en Berlín, se limitan a formular lo expresado y mantenido por la Tradición Escolástica de autores católicos. En realidad hay ideólogos, como el gran Friedrich Nietzsche, cuyas obras evocan pensamientos distintos a los de éstas, pero que, sin éstas, no hubiesen surgido. Por evocación, Schmidt es donosiano, y en cuanto de jerarquía, orden, sentido común, comparten ambos autores, se insertan en la Derecha contra la Revolución, su poder y su gentuza.

Ahora bien, ¿Es el metafísico de la política Doctor Schmitt principal y característicamente decisionista? ¿Es su denominado decisionismo el fundamento capital de su teoría de el Poder político, la soberanía, toda legitimidad natural? ¿O, en cambio, es doctrina secundaria de la total merafísicopolitica del autor? ¿Ha inventado su «decisionismo» el propio Schmitt? ¿Es vanal o superfluo el término técnico nuevo  «decisionismo»? 

RESPUESTA EN :  https://ideariojerarquicistainfo.data.blog/2020/02/09/decisionismo-no-es-doctrina-inventada-por-carl-schmitt-y-estupidez-del-termino-decisionismo/

Anexo:

(*Cf. VORWORT bei;

Carl Schmitt – Legalität und Legitimität). 

Mit eimem Aufsatz über Donoso Cortés in Berlin :

Positionen und Begriffe I

Positionen und Begriffe II

Hacia el Estado total – Carl Schmitt

Por eso he dicho que, a lo sumo, hay, de buena interpretación «una y media», la «media», sana, fiable, particular, útil, intrinsecoparcialideologicocoeherentemente camaradable, es la del Profesor (Catedrático) Doctor, «Jurista Corona» (expresión para decir «Rey de los Juristas») del Estado Nacionalsocialista y III Reich, Karl Schmidt.

Cf. Sobre la influencia de Donoso Cortés en Carl Schmitt, si bien añade poco al libro de Schmitt sobre la interpretación europea…, obra que el artículo to résumé extrenadamente: Dialnet-DonosoCortesEnCarlSchmittLaInfluenciaDelFilosofoEx-5211391

(Cf. Sobre Carl Schmitt y su admiración por el Caudillaje español y viceversa:

https://ideariojerarquicistainfo.data.blog/2020/01/31/218/

https://ideariojerarquicistainfo.data.blog/2020/01/31/homenaje-y-condecoracion-a-carl-schmitt-por-el-antiguo-schmittista-don-manuel-fraga-iribarne-antes-de-su-perversion-ceremonia-que-tuvo-lugar-en-la-sede-del-instituto-de-estudios-politicos-en-1962/ )

No, querido compatriota. No era Schmitt un pensador español, sino un pensador alemán, que aprendió varias muy interesantes cosas de un pensador español à quien admiró desde su adolescencia.
No, querido compatriota. No era Schmitt un pensador español, sino un pensador alemán, que aprendió varias muy interesantes cosas de un pensador español a quien admiró desde su adolescencia.

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PARTE SEGUNDA, de la Primera Parte:

No deseo anticipar las interpretaciones, más bien compresiones, auténticas, que de todos los conceptos y juicios fundamentales que Donoso Cortés expone en su siguiente discurso, haremos en nuestros comentarios intercalados; pero, dada la recurrencia de la palabra «dictadura» en éste último, creo conveniente declarar o aclarar el concepto o significado que Su Excelencia da a ese término. La Dictadura

(perfecta en su composición y amplitud conceptuales, salvo que tal amplitud está restringida por la provisionalidad temporal o por la delimitación que del tiempo imponen las circunstancias que hacen necesaria dicha dictadura),

a que se refiere el Marqués, en su célebre discurso de 1949 en el «chamizo tabernario» de nombre Parlamento Español»  es : Régimen Sistema. La Dictadura cual idea realizable donosiana*

(*realizada, básicamente y con mucha perfección, 90 años más tarde, en el aparato político de El Caudillaje, y F. E. T. y de las J. O. N.S, hasta 1943*

(* hasta, percibido por los ojos y criterio espirituales más clarividentes, el significativo desastre bélico plurinacional del VI° Ejército de la Wehrmacht, el de élite de contingente militar especializado)

y, con propaganda diplomática y estrategia de cierto tímido mimetismo con el circundante exterior de predominio revolucionario institucionalizado sionista tirano, de alegre y pacífica falsa imagen, un hipócrita, fementido democratismo, hasta alrededor de 1950) es algo absolutamente específico, esa Dictadura no significa simplemente el régimen político de gobierno de un sólo gobernante  supremo e inapelable a una instancia terrenal, en materia «civil» (palabra técnica jurídica  Canónica Clásica),  dotado de todas las funciones estatales básicas**

(** llamadas «poderes» por Montesquieu y los liberales; y funciones por el Excm°. Sr. Vázquez de Mella)

Ejecutiva, Legislativa, Judicial, y añadimos: de Jefatura del Ejército. Es desde luego una monarquía, pues el Marqués es monárquico, monarquía absoluta o Jefatura del Estado propiamente dicha, pura, terrenaljurídicamente ilimitada dentro, no obstante, de la Ley Natural en materia de ética fundamental general y de su parte específica bien denominada Derecho Natural absolutamente obligatoria cabe Dios en persona, Legislador inmutable de la mísma ; pero tal Dictadura no sólo es eso, no sólo es un régimen, sino también un sistema, el máximo jerarquicista, jerárquico estricto individualista, político, social y militar, con una capacidad y plan de represión sin límites jurídicos terrenales, y de un alcance lo más extremo y amplio posible, sin incluir la independiente y libre jurisdicción eclesiástica pura. Se trata de combatir «el fuego, con el fuego», la dictadura de los protervos, y a éstos en su lucha por el poder, vencerlos con una dictadura más fuerte que la de ellos, nuestra dictadura basada en principios verdaderos y más fuertes que los de ellos, pues la verdad es en principio más fuerte que la falsedad, o debe serlo a nivel fundamental, no siempre a otros niveles  pues en la guerra se usa esconder la realidad nuestra al enemigo, y confundirlo con ardides, o movimientos estratégicos que induzcan al enemigo a no conocer nuestro plan de campaña, o a creer que tenemos otro distinto al que poseemos. Maniobras tendientes a que el enemigo caiga en nuestros lazos, y no logre el conocimiento de nuestras fortalezas, debilidades y planes concretos materiales bélicos, porque no tiene derecho a la verdad quien decide usarla para hacer injusticia.

Ahora bien, el Marqués no desea régimen y sistema dictatoriales definitivos, sino provisionales, precisamente para conjurar el advenimiento de una Dictadura no provisional sino definitiva de los revolucionarios, definitiva en régimen y sistema, tomada como orden político ideal, ora como el mejor, ora como el único sistema bueno en toda circunstancia. Esa dictadura definitiva revolucionaria institucionalizada final es lo que vaticina y más tené y quiere, con buena dictadura provisional conjurar, el Marqués, una dictatura revolucionaria final ideológica y prácticamente definitiva qye es la del Anticristo venidero.

Para el Marqués la dictadura en régimen y sistema definitiva, no provisional (perpetua no significa necesariamente: para siempre), no es buena ni ejerciendo los malos, ni ejerciéndola los buenos. El Marqués quiere una Dictadura provisional ejercida por los buenos, para evitar la dictadura de los malos y el advenimiento de la dictadura definitiva y final de los malos, la del Anticristo, la cuál, como reitera en muchas ocasiones, vislumbra y vaticina, quejándose el Orador, de las dictaduras revolucionarias, y de los extraordinarios maldades, desórdenes e inconvenientes que hacen necesaria la dictadura provisional de los buenos. La, según el Marqués, deplorable falta de una disciplina espiritual interna de los individuos, de muchos y de principales, en una sociedad, impone la necesidad de una dictadura provisional de los buenos, pero esa situación es toda ella lamentable según el Marqués, el cuál lamenta la necesidad de dicha dictadura buena, porque es dolorosa y porque su justificación está causada por la indisciplina espiritual de gente principal y sus secuaces, o sea, por la irreligiosidad, o sea, por la falta de Catolicismo vivido por los suficientes individuos en una nación, suficientes para evitar la necesidad de la implantación de una dictadura buena, provisional, dictadura completa en régimen y sistema dictatoriales.

Quien no ha entendido eso, no ha entendido el pensamiento del Marqués, sobre la política fundamental. Y, desgraciadamente no lo ha entendido, ni entiende, casi nadie, ni la inmensa mayoría de los que dicen haber estudiado el legado doctrinal de Su Excelencia. Y ello a pesar de que el gran pensador católico habla muy claro. El y Balmes son los autores menos conocidos por los estudiosos y peor interpretados por la generalidad de los que los juzgan.

El Excm°. SR. Marqués de Valdegamas, Don Juán Donoso Cortés y el Muy Reverendo Padre Dr. Don Jaime Balmes y Uroiá. Retrato al óleo, sobre lienzo. Real Academia de la Historia, Madrid.
El Excm°. SR. Marqués de Valdegamas, Don Juán María Donoso Cortés y el Muy Reverendo Padre Dr. Don Jaime Balmes y Urpiá. Retrato al óleo, sobre lienzo, del pintor D. Luis Brochetón, cuadro colgado en la sede de la Real Academia de la Historia, Madrid.

SEGUNDA PARTE,

 

Si vis Cayetanum intelligere, lege Thomam”.

 

DISCURSO SOBRE LA DICTADURA PRONUNCIADO POR SU EXCELENCIA EL INCLITO MARQUÉS DE VALDEGAMAS, SEÑOR DON JUAN DONOSO Y CORTÉS, EL 14 DE ENERO DEL AÑO DE GRACIA 1849, EN EL DE NUESTRO DESDICHADO PAIS “CONGRESO DE LOS DIPUTADOS” O PARLAMENTO CUYA Esencia, LIBERAL, EL GRAN MARQUÉS CONDENÓ POCO DESPUÉS, Y CUYA ACTIVIDAD DE PARLAMENTO Y MANDO LEGISLATIVO LLEGÓ A AFIRMAR NO QUE FUESE MALA, SINO EL MAL MISMO.
Parece y más que parece que el Gran Marqués  había experimentado ya en 1949 la final transformación católica profunda y plena que se expresa en su libro proverbial, clarividente y luminoso de título «Ensayo sobre el Catolicismo…», escrito tal vez durante 1949, al menos también en ese año, libro publicado en Madrid y París en 1850, de gran difusión entusiasta en Europa, del que el autor estaba más orgulloso que de ningún otro escrito, ni manifestación politica, suyos. El discurso que se reproduce a continuación, lleva incorporada corrección de ortografía y faltas gramaticales, deficiente en la transcripción del Diario de Sesiones, remuevo leismo y laismo, señalando las interesadas partículas con color rojo. En rojo pongo también frases especialmente destacables, verdaderas y valiosas. 
GLORIA TIBI, GLORIA GENERIS ET GENERUM HISPANIAE, SANGUINISQUE IBERIAE, AC SACRAE PATRIAE NOBIS A DEO DATAE !.
Discurso con anotaciones críticas intercaladas, del P. Ricardo de Perea y González. Los párrafos del discurso, puestos en negrita han sido así gráficamente resaltados por este comentarista:
Señores:
El largo discurso que pronunció ayer el señor Cortina, y a que voy a contestar, considerándole bajo un punto de vista restringido, a pesar de sus largas dimensiones, no fue mas que un epílogo; el epilogo de los errores del partidoprogresista, los cuáles a su vez no son mas que otro epílogo; el epílogo de todos los errores que se han inventado de tres siglos a esta parte, y que traen conturbadas mas o menos hoy día todas las sociedades humanas.
Parece que un párrafo como ése que acabo de resaltar es tan vago, tan poco concretador, y tan general, hablando de todos los errores de tres siglos, sin decir cuáles son, no obstante se remita al discurso que en parte  los contiene, y en parte los supone y en ellos se basa, que dicho párrafo tiene la apariencia de afirmación generalista y dudosamente trascendente. En cambio la gran frase es grandiosa en lo que afirma y en lo que sirve paea hacer un análisis y concreciones de síntesis tan general y abstracta, pero tan absoluta. El jacobinismo um epílogo de todos los errores clntorbadires o subversivos contra la Sociedad, habidos en tres siglos a contar desde ese año 1849, o sea, más o menos desde 1549, o sea, más o menos desde la Revolución múltiple protestante, de Calvino, Lutero, Zuinglio y Anabaptistas, principalmente, lo que los sectarios herejes, unidos por el solo vínculo de ser enemigos de la Iglesia Católica y Papal, llamaban «La Reforma», y gente «neutral» denomina «La Reforma Protestante», sintetizando, en una fórmula, la de los  herejes  protestantes (en términos católicos) con nombre suyo, fementido, fraudulento: «Reforma», y la denominación católica que a esa Revolución subversiva de suyo, denomina «Protestante». El Marqués ha afirmado ahí una gran verdad transcendental para entender el espíritu y la amplitud de la Revolución, su fundamento, su desarrollo, su cúmulo de errores transtornadores del orden natural de las sociedades en que se inocula ese veneno. Y en el libro, su libro, que escribiría poco después, trata del Catolicismo y la Revolución, en el marco enunciado en dicho párrafo Tradicionalista, Católico y antirrevolucionario, también en cuanto a lo más esencial y lo peor de la Revolución. En el discurso este falta lo que hará en su libro y algunas cartas ulteriores: incluir el parlamentarismo, en el elenco de errores y males capitales, y, en consecuencia, condenar al liberalismo en todo, incluyendo, expresamente en la condena, al Partido Moderado o «conservador» (eufemismo falaz) al cual pertenecía en 1849, como miembro de partido y Diputado Parlamentario del mismo. 
El Sr. Cortina, al comenzar su discurso, manifestó con la buena fe que a S. S. distingue, y que tanto realza su talento, que él mismo algunas veces había llegado a sospechar si sus principios serian falsos, si sus ideas serían desastrosas al ver que nunca estaban en el poder, y siempre en la oposición. Yo diré a S. S. que por poco que reflexione, su duda se cambiará en certidumbre. Sus ideas no están en el poder, y están en la oposición cabalmente porque son ideas de oposición; señores, son ideas infecundas, ideas estériles, ideas desastrosas, que es necesario combatir hasta que mueran, que es necesario combatir hasta que queden enterradas aquí, en su cementerio natural, bajo de estas bóvedas, al pié de esa tribuna.
El Sr. Cortina, siguiendo las tradiciones del partido a quien capitanea y representa; siguiendo, digo, las tradiciones de este partido desde la revolución de febrero, ha pronunciado un discurso dividido en tres partes, que yo llamaré inevitables. Primera, un elogio del partido, fundado en una relación de sus méritos pasados. Segunda, el memorial de agravios presentes del partido. Tercera, un programa o sea una relación de méritos futuros. Señores de la mayoría, yo vengo aquí a defender vuestros principios, pero no espereis de mí ni un solo elogio: sois los vencedores, y nada sienta en la frente del vencedor como una corona de modestia.
No espereis de mí, señores, que hable de vuestros agravios: no tenéis agravios personales que vengar, sino los agravios hechos a la sociedad y al trono por los traidores a su Reina y a su patria.
Traidores por la índole antitradicionalista, antimonárquica, jacobina, de su insurrección y rebelión. 
No hablaré de vuestra relación de méritos ¿Para qué fin hablaría de ellos? ¿Para que la nación los sepa? La nación se los sabe de memoria.
El Sr. Cortina, señores, dividió su discurso en dos cuestiones, que desde luego se presentan al alcance de todos los señores diputados. S. S. trató de la política exterior, de la política interior del Gobierno, y llamó política exterior importante para España la política o los acontecimientos ocurridos en París, en Londres y en Roma. Yo tocaré también esas cuestiones.
Después descendió S. S. a la política interior, y la política interior, tal como la ha tratado el Sr. Cortina, se divide en dos partes: una, cuestión de principios, y otra, cuestión de hechos: una, cuestión de sistema, y otra, cuestión de conducta. A la cuestión de hechos, a la cuestión de conducta, ya ha contestado el Ministerio, que esa quien correspondía contestar, que es quien tiene los datos para ello, por el órgano de los señores ministros de Estado y Gobernación, que han desempeñado este encargo con la elocuencia que acostumbran. Me queda para mí casi intacta la cuestión de principios: esta cuestión solamente abordaré; pero la abordaré, si el Congreso me lo permite, de lleno.
Señores: ¿cuál es el principio del Sr. Cortina? El principio de S. S., bien analizado su discurso, es el siguiente en la política interior: la legalidad, todo por la legalidad, todo para la legalidad, la legalidad siempre, la legalidad en todas circunstancias, la legalidad en todas ocasiones : y yo, señores, que creo que las leyes se han hecho para las sociedades, y no las sociedades para las leyes, digo : la sociedad, todo para la sociedad, todo por la sociedad, la sociedad siempre, la sociedad en todas circunstancias, la sociedad en todas ocasiones.
Cuando la legalidad basta para salvar a la sociedad, la legalidad; cuando no basta, la dictadura. Señores, esta palabra tremenda, que tremenda es, aunque no tanto como la palabra revolución, que es la mas tremenda de todas; digo que esta palabra tremenda ha sido pronunciada aquí por un hombre que todos conocen : no ha sido hecho por cierto de la madera de los dictadores. Yo he nacido para comprenderlos, no he nacido para imitarlos. Dos cosas me son imposibles: condenar la dictadura y ejercerla. Por eso lo declaro aquí alta, noble y francamente. Estoy incapacitado de gobernar: no puedo aceptar el gobierno en conciencia: yo no podría aceptarle sin poner la mitad de mí mismo en guerra con la otra mitad, sin poner en guerra mi instinto contra mi razón, sin poner en guerra mi razón contra mi instinto.
Por esto, señores, y yo apelo al testimonio de todos los que me conocen, ninguno puede levantarse ni aquí ni fuera de aquí, que haya tropezado conmigo en el camino de la ambición, tan lleno de gentes; ninguno. Pero todos me encontrarán, todos me han encontrado en el camino modesto de los buenos ciudadanos. Solo así, señores, cuando mis días estén contados, cuando baje al sepulcro, bajaré sin el remordimiento de haber dejado sin defensa a la sociedad bárbaramente atacada, y al mismo tiempo sin el amarguísimo, y para mí insoportable dolor, de haber hecho mal a un hombre.
Digo, señores, que la dictadura en ciertas circunstancias, en circunstancias dadas, en circunstancias como las presentes, es un gobierno legítimo, es un gobierno bueno, es un gobierno provechosocomo cualquier otro gobierno, es un gobierno racional, que puede defenderse en la teoría, como puede defenderse en la práctica. Y si no, señores, ved lo que es la vida social. La vida social, señores, como la vida humana, se compone de la acción y de la reacción, del flujo y reflujo de ciertas fuerzas invasoras y de ciertas fuerzas resistentes.
Esta es la vida social, así como ésta es también la vida humana. Pues bien: las fuerzas invasoras, llamadas enfermedades en el cuerpo humano, y de otra manera en el cuerpo social, pero siendo esencialmente la misma cosa, tienen dos estados: hay uno en que están derramadas por toda la sociedad, en el que estas fuerzas invasoras están reconcentradas solo en individuos: hay otro estado agudísimo de enfermedad, en que se reconcentran mas, y están representadas por asociaciones políticas. Pues bien: yo digo que no existiendo las fuerzas resistentes, lo mismo en el cuerpo humano que en el cuerpo social, sino para rechazar las fuerzas invasoras, tienen que proporcionarse necesariamente a su estado. Cuando las fuerzas invasoras están derramadas, las resistentes lo están también; lo están por el Gobierno, por las autoridades y por los tribunales, y en una palabra, por todo el cuerpo social; pero cuando las fuerzas invasoras se reconcentran en asociaciones políticas, entonces necesariamente, sin que nadie lo pueda impedir, sin que nadie tenga derecho a impedirlo, las fuerzas resistentes por sí mismas se reconcentran en una mano. Esta es la teoría clara, luminosa, indestructible de la dictadura.
Y esta teoría, señores, que es una verdad en el orden racional, es un hecho constante en el orden histórico. Citadme una sociedad que no haya tenido la dictadura, citádmela. Ved, si no, qué pasaba en la democrática Atenas, lo que pasaba en la aristocrática Roma. En Atenas, ese poder omnipotente estaba en las manos del pueblo,
Ese es el mito falso de los democratistas, del cuál, a fuer de ser masivamente repetido y propagado, resultó afectado el propio Donoso. En la antigua Atenas, Ciudad Estado, el poder político, así llamado, estaba en manos de una aristocracia variada, teniendo en cuenta que la ciudadanía, título jurídico, no la tenía cualquier habitante de la ciudad, ciudadanía no era idéntica a pueblo.
y se llamaba ostracismo ; en Roma, ese poder omnipotente estaba en manos del Senado, que le delegaba en un barón consular, y se llamaba, como entre nosotros, dictadura.
En la Roma Imperial del tardo imperio, aún pagano, el Senado estaba sometido al Emperador, especialmente desde Diocleciano, cuyo absolutismo fundó con una rapidez, disciplina, organización, pureza y eficacia ejemplares, como reacción precisamente a la decadencia del funcionariado o burocracia, incluida la judicatura, monada de judaistas desde los tiempos postrimeros  de la República Romana, y la corrupción e indisciplina de muchos subordinados.
Ved las sociedades modernas, señores; ved la Francia en todas sus vicisitudes. No hablaré de la primera república, que fue una dictadura gigantesca sin fin, llena de sangre y de horrores. Hablo de época posterior. En la Carta de la Restauración la dictadura se había refugiado o buscado un asilo en el artículo 14: en la Carta de 1830 se encontró en el preámbulo; ¿y en la república actual? De esta no digamos nada. ¿Qué es si no la dictadura con el mote de República?
Aquí se ha citado, y en mala hora, por el Sr. Gálvez Cañero, la Constitución inglesa. Señores, la Constitución inglesa cabalmente es la única en el mundo, tan sabios son los ingleses, en que la dictadura no es de derecho excepcional sino de derecho común, y la cosa es clara. El Parlamento tiene en todas ocasiones, en todas épocas, cuando quiere, pues no tiene más límite que el de todos los poderes humanos, la prudencia, este poder.
Tiene todas las facultades, y éstas constituyen el poder dictatorial,
Aquí, y en más lugares del discurso, como es obvio, el Marqués utiliza el término dictatorial , en vez de vocablo absoluto total u omnimodo, la dictadura de que ahí habla no es el poder político absoluto de un individuo, sino de un instituto pluripersonal.
de hacer todo lo que no sea hacer de una mujer un hombre, o de un hombre una mujer, como dicen sus jurisconsultos. Tiene facultades para suspender el habeas corpus, para proscribir por medio de un bill d’attaner: puede cambiar de constitución, puede variar hasta de dinastía, y no sólo de dinastía, sino hasta de religión, y oprimir las conciencias; en una palabra, lo puede todo. ¿Quién ha visto, señores, una dictadura más monstruosa?. 
He probado que la dictadura es una verdad en el orden teórico, que es un hecho en el orden histórico. Pues ahora voy a decir más: la dictadura es otro hecho en el orden divino. Señores, Dios ha dejado hasta cierto punto a los hombres el gobierno de las sociedades humanas, y se ha reservado para sí exclusivamente el gobierno del universo. El universo está gobernado por Dios, si pudiera decirse así; y si en cosas tan altas pudieran aplicarse las expresiones del lenguaje parlamentario, diría que Dios gobierna el mundo constitucionalmente. Y, señores, la cosa me parece de la mayor claridad, y sobre todo de la mayor evidencia. Está gobernado por ciertas leyes precisas, indispensables, a que se llama causas secundarias. ¿Qué son estas leyes sino leyes análogas a las que se llaman fundamentales respecto de las sociedades humanas?
Pues bien, señores, si con respecto al mundo físico Dios es el legislador, como respecto a las sociedades humanas lo son los legisladores, ¿ gobierna Dios siempre con esas mismas leyes que él a sí mismo se impuso
Dios no se impone ley alguna, Dios impone, no se impone. Imponerse no se adecúa a la Naturaleza Divina, contradice su infinita libertad de hacer lo que quiere sin imponerse algo, o limitar su libre disposición. Entiendo que usa el término algo figuradamente, como lo que Dios dispone para sí mismo, o impone en su obrar. Creo es asunto de propiedad terminológica o lingüística, nada más. En pensamiento no divergemos.
en su eterna sabiduría, y a las que nos sujetó a todos? No, señores, pues algunas veces, directa, clara y explícitamente manifiesta su voluntad soberana, quebrantando esas mismas leyes que él mismo se impuso, y torciendo el curso natural de las cosas. Y bien, señores, cuando obra así, ¿no podría decirse, si el lenguaje humano pudiera aplicarse a las cosas divinas, que obra dictatorialmente?.
Esto prueba, señores, cuán grande es el delirio de un partido que cree poder gobernar con menos medios que Dios, quitándose a sí propio el medio, algunas veces necesario, de la dictadura.
Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, echa las tuyas a remojar. Tremenda sentencia donó diana, a su vez «aviso a navegantes», advertencia a cualquier partido, organización política, y Estado.  Por un lado aquí, y en los destacados en rojo, está clarísimo que el Marqués dice que la Dictadura es «el medio, algunas veces necesario», algunas veces, no siempre, Señor Elías de Tejada ¿Se quiere Vd. enterar? No. Pues aguántese con mi rapapolvo y desautorizaión. Es Vd. un erudito, un talento, a veces terco y obtuso, siempre sin genio, un tergiversador de Donoso y Balmes, un corruptor del Tradicionalismo y Carlismo en puntos fundamentales, un repugnante antirracista traidor a su y nuestra Raza, à las instituciones tradicionales hispánicas de Santa Inquisición (à hacer viable) y «Limpieza de Sangre», un traidor a los camaradas «externos» de guerra y Cruzada, y lamentablemente un blanco fácil para mis flechas hercúleas con que se mató al buitre devorador de las entrañas del prometeo en pena.   Por otra parte se nos aplica el criterio donosiano: Es delirio funesto que nosotros, teniendo menos medios que Dios, Dictador cuando lo entiende útil o necesario, prescindamos del medio circunstancialmente necesario , más todavía: llegado el caso de poder: nos quitemos el medio regimental, necesario a veces, cuantas veces se tercie, para salvar a la Sociedad. 
Señores, siendo esto así, la cuestión, reducida a sus verdaderos términos, no consiste ya en averiguar si la dictadura es sostenible, si en ciertas circunstancias es buena: la cuestión consiste en averiguar si han llegado o pasado por España estas circunstancias.
Es decir, las circunstancias que que justifican la institución de una dictadura. La cuestión de si tal es sostenible y bueno está implícita en este segundo planteamiento político del discurso, que es si en la España de entonces se daban las circunstancias que justificas en una dictadura como necesaria para evitación de males sociales y salvaguarda del Bien Común, sin que ningún otro tipo de régimen valiese al efecto, en las dichas circunstancias. 
Este es el punto más importante, y es al que voy a contraerme exclusivamente ahora. Para esto tendré que echar una ojeada, y en esto no haré más que seguir las pisadas de todos los oradores que me han precedido; una ojeada por Europa y otra ojeada por España.
Señores, la revolución de febrero vino como viene la muerte, de improviso. Dios, señores, había condenado a la monarquía francesa.
El Marqués era Monárquico, lo que hace irracional interpretar esa condena divina como una condena moral del régimen Monárquico en cuanto monárquico. En lenguaje general, incluso el popular, se dice que algo está condenado a dejar de existir, concibiendo la condena no en sentido moral, jurídico, o judicial, sino como un fatum, o un sino permitido por Dios, un dejar caer algo que está «condenado» a ser, es decir, necesariamente determinado a caer, dadas las causas facticas actuantes. 
En vano esta institución se había trasformado hondamente para acomodarse a las circunstancias y a los tiempos; ni aun esto la valió: su condenación fue inapelable, y su pérdida infalible.
Esta, extendida a cualquier país del mi do moderno, es una ley general sociológica, muy citada por los carlistas. La monarquía que para subsistir se «constitucionaliza», o «parlamentaria», moderniza, «está condenada» a ser eliminada indefectiblemente. Se salvan las meramente decorativas, ceremoniales externas, despojada de toda prerrogativa de gobierno, como las inglesa, holandesa, sueca, y a duras penas. La juáncarlista, al conservar facultades de garantizar ejecutiva mente, tácitamente «in extremis», la unidad y oligarquismo pseudodemocrático, llamado por el Estado concreto heterodoxo «democracia», está, al menos, bajo la espada de Damocles. La juáncarlista ha sobrevivido: 1°) por su paripé trampa del denominado «23-F», simulacro de Golpe de Estado, para escenificar la eficacia y poder de salvación monárquica de «la democracia», y para engañar a los mandos militares de tendencia «franquista» que creyese se trataba de una liquidación militar del régimen demoliberal. Fué planeado y orquestado por Juan Carlos, y los Generales Armada y Milán del Bosch, con la cooperación de un falso falangista encargado de propagar la idea de que era un golpe paea la falangizacion del Estado; 2°) Por su inhibición de atajar males gravisimos separatistas y otros; 3°) Por su ocultamiento, ya con felipito, detrás de las proscripciones, algunas vanas y teatrales, de los declarado res de la independencia de Cataluña; 4°) Por la suerte de una oportuna abdicación y sucesión, durante un parlamento todavía, y por muy poco tiempo, mayoritaria y eficazmente favorable a la «monarquía parlamentaria» 
La monarquía de derecho divino concluyó con Luis XVI
Entiéndase «grosso modo«, como el fin de una etapa históricosociológica estable o contínua de reyes gobernantes de hecho y de Derecho Divino, sobre los franceses. Esta se restaura con Luis XVIII, y dura hasta Carlos X.
en un cadalso: la monarquía de la gloria concluyó con Napoleón en una isla: la monarquía hereditaria concluyó con Carlos X en el destierro; y con Luis Felipe ha concluido la última de todas las monarquías posibles, la monarquía de la prudencia.
Mejor si entendemos esa «prudencia» en sentido no de virtud, sino de «tener cuidado» con los republicanos, y para ello complacerlos para  ganarse su apoyo. Inútil cuidado, y vano intento. Esa fue una monarquía antitradicionalista, de las que se moderniza para sobrevivir, intento destinado, como hemos dicho más arriba, al fracaso. 
¡Triste y lamentable espectáculo, señores, el de una institución venerabilísima, antiquísima, gloriosísima, a quien de nada vale, ni el derecho divino, ni la legitimidad, ni la prudencia ni la gloria!
De nada vale ¿Para qué? ¿Para no subsistir eternamente? Las cosas valen para lo que valen y para el tiempo que pueden hacerse valer, o el que no es impedido por el enemigo cuando éste triunfa. Nada, ni el enemigo, cualquiera que sea, es eterno. Y ninguna institución es, en todos los casos y tiempos, invencible.
Señores, cuando vino a España la grande nueva de esa grande revolución, todos nos quedamos consternados y atónitos. Nada era comparable a nuestro asombro y a nuestra consternación, sino la consternación y el asombro de la monarquía vencida.
¿»La» monarquía? O ¿Una monarquía muy desmonarquizada ya? «La» monarquía (a medias) y vencida «la» monarquía, porque era la que quedaba en ejercicio de su título y poder residual.
Digo más: había un asombro mayor, una consternación más grande que la de la monarquía vencida, y era la de la república vencedora. Aun ahora mismo: diez meses van pasados ya desde su triunfo; preguntadle cómo venció; preguntadle por qué venció; preguntadle con qué fuerzas venció, y no sabrá qué responderos. Esto consiste en que la república no venció, la república fue el instrumento de victoria de un poder más alto.
Ese poder, señores, cuando esté consumada su obra, así como fue fuerte para destruir la monarquía con un escrúpulo de república, será fuerte también, si necesario fuera y conveniente a sus fines, para derribar la república con un escrúpulo de imperio, o con un escrúpulo de monarquía.
Más alto, después dirá el Marqués, que ese Poder es el de Dios, pero no que premia con lascrevoluciones, sino que castiga con ellas, por cuanto hay que añadir al Diablo cual instrumento divino, ni más ni menos que al Diablo. Cuando las repúblicas oligárquicas cumplan su función de engañabobos pseudodemocrstisra, el Anticristo, recogiendo la herencia, completará el ciclo revolucionario, con la última, suprema y éticamente peor de sus monarquías. 
Esta revolución, señores, ha sido objeto de grandes comentarios en sus causas y en sus efectos, en todas las tribunas de Europa, y entre otras en la tribuna española. Yo he admirado aquí y allí la lamentable ligereza con que se trata de las causas hondas de las revoluciones. Señores, aquí, como en otras partes, no se atribuyen las revoluciones sino a los defectos de los gobiernos. Cuando las catástrofes son universales, imprevistas, simultáneas, son siempre cosa providencial;
La Providencia permite, no quiere el mal moral, ni Dios es su autor. Tal permisión de desgracias sobre víctimas inocentes responde a castigos o penitencias que Dios perita sobre ellas. Así ha de entenderse, pues para el católico y Donoso la Revolución y su antimonarquismo es un mal moral, con materia de desgracia o mal padecido por las víctimas.
porque, señores, éstos y no otros son los caracteres que distinguen las obras de Dios de las obras de los hombres.
Cuando las revoluciones presentan esos síntomas, estad seguros que vienen del cielo, y que vienen por culpa y para castigo de todos. ¿Queréis, señores, saber la verdad, y toda la verdad concerniente a las causas de la revolución última francesa? Pues la verdad llegó el día de la gran liquidación de todas las clases de la sociedad con la Providencia, que en ese día tremendo todas se han encontrado fallidas. En ese día han venido a liquidación con la Providencia, y repito que todas en esa liquidación se han encontrado fallidas. Digo más, señores: la república misma, el día mismo de su victoria se declaró también en quiebra. La república había dicho de sí, que venia a sentar en el mundo la dominación de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad, esos tres dogmas que no vienen de la república, sino que vienen del Calvario. Y bien, señores, ¿qué ha hecho después? En nombre de la libertad ha hecho necesaria, ha proclamado, ha aceptado la dictadura; en nombre de la igualdad, con el título de republicanos de la víspera, de republicanos del día siguiente, de republicanos de nacimiento, ha inventado no sé qué especie de democracia aristocrática, y no sé qué género de ridículos blasones; en fin, señores, en nombre de la fraternidad ha restaurado la fraternidad pagana, la fraternidad de Eteocles y Polinices; y los hermanos se han devorado unos a otros en las calles de París, en la batalla mas gigantesca que dentro de los muros de una ciudad han presenciado los siglos. A esa república que se llamó de las tres verdades, yo la desmiento; es la república de las tres blasfemias, es la república de las tres mentiras.
Viniendo ahora a las causas de esta revolución, el partido progresista tiene unas mismas causas para todo. El Sr. Cortina nos dijo ayer que hay revoluciones porque hay ilegalidades, y porque el instinto de los pueblos los levanta uniforme y espontáneamente contra los tiranos. Antes nos había dicho el Sr. Ordaz Avecilla: ¿Queréis evitar las revoluciones? Dad de comer a los hambrientos. Véase, pues, aquí, la teoría del partido progresista en toda su extensión: las causas de la revolución son por una parte la miseria, por otra la tiranía. Señores, esa teoría es contraría, totalmente contraria a la historia. Yo pido que se me cite un ejemplo de una revolución hecha y llevada a cabo por pueblos esclavos
La de Espartaco, y muchas de negros en nuestras provincias de Ultramar.
o por pueblos hambrientos.
La francesa jacobina, hecha en un período de hambruma por años de malas cosechas, entre otros factores. Tras muchos años, no demasiados, después del fallecimiento del Marqués, la soviética aprovechó la ezcasez de alimentos, debida a la guerra contra los Imperios Centrales, una guerra que nunca quiso el pueblo ruso y gran parte de su ejército, pues no le convenía. En la miseria y la chusma halla la Revolución su mejor horda instrumental peona para obtener el triunfo. Tiene razón el Marqués : Los jefes, los conspiradores, los organizadores, los cabecillas, los financiadores, de la Revolución, no son el pueblo hambriento.
Las revoluciones son enfermedades de los pueblos ricos; las revoluciones son enfermedades de los pueblos libres.
También es verdad, lo cortés no quita lo valiente, Señor Cortés y donoso. Los dirigentes de la Revolución tienen siempre respaldo de ricos, como la francesa de la masonería burguesa, y la soviética de los Rockefeller de Judeoyankilandia.
El mundo antiguo era un mando en que los esclavos componían la mayor parte del género humano; citadme cuál revolución fue hecha por esos esclavos.
Repito, la de Espartaco. Tan famosa que no se explica el lapsus donosiano.
Lo más que pudieron conseguir fue fomentar algunas guerras civiles; pero, las revoluciones profundas fueron hechas siempre por opulentísimos aristócratas.
Las más profundas sí, y no siempre de una aristocracia de la Nobleza Histórica, sino que los peores son de una pseudo aristocracia, u opulento de «Poderoso Caballero es Don Dinero», con base religiosa, tslmudística por ejemplo, próxima u ocultamente influyente.
No, señores; no está en la esclavitud, no está en la miseria el germen de las revoluciones:
El germen está siempre en individuos y minorías perversos con inteligencia astuta y capacidad de seducción y de mando, y gente con respaldo económico o de otra gente, normalmente oculta, muy adinerada, material o pecuniariamente subvencionado ra, y que pretende también tener el mayor control de la economía, al servicio de los intereses particulares (de orden religioso, político, o ambos, y también de soporte material o económico) .
el germen de las revoluciones está en los deseos sobreexcitados de la muchedumbre por los tribunos que las explotan y [se] benefician. Y sereis como los ricos: ved ahí la fórmula de las revoluciones socialistas contra las clases medias; y sereis como los nobles: ved ahí la fórmula de las revoluciones de las clases medias contra las clases nobiliarias: y seréis como los reyes; ved ahí la fórmula de las revoluciones de las clases nobiliarias contra los reyes; por último, señores; y sereis a manera de dioses: ved ahí la fórmula de la primera rebelión del primer hombre contra Dios. Desde Adán, el primer rebelde, hasta Prudhom, el último impío, esa es la fórmula de todas las revoluciones.
El gobierno español, como era su deber, no quiso que esa fórmula tuviese su aplicación en España; tanto menos lo quiso cuanto la situación interior no era la mas lisonjera; y era menester prevenirse así contra las eventualidades del interior como contra las eventualidades exteriores. Para no haberlo hecho así, era necesario haber desconocido de todo punto la marcha de una corriente magnética que se desprende de los focos de acción revolucionaria, y que va inficionándolo todo por el mundo.
La situación interior, en pocas palabras, era esta. La cuestión política no estaba, no ha estado nunca, no está de todo punto resuelta: no se resuelven así tan fácilmente cuestiones políticas en sociedades tan soliviantadas por las pasiones. La cuestión dinástica no estaba concluida, porque aunque es verdad que en ella somos nosotros los vencedores, no teníamos la resignación del vencido, que es el complemento de la victoria. La cuestión religiosa estaba en muy mal estado. La cuestión de las bodas, todos lo sabéis, estaba exacerbada.
Donoso se pone netamente, en la cuestión dinástica, a favor de la monarquía isabelina, a la que, aunque apoyada por liberales, defiende del liberalismo pleno, jacobino, entonces llamado  «exaltado«, o «progresista» . Pero Donoso es un político y diplomático, no un pensador de filosofía política toda franca.   La cuestión de las bodas, la de Isabel II con el mágica estricto, con repugnancia a yacer con hembra, Duque de Monpensieur, fracaso de la política Balmesiana, es culpa del bando liberal, intriga y despropósito que Donoso despacha con palabras suaves, eufemísticas, típicas del diplomático que era y cuya condición no le permitía hablar como un Filósofo político, que ni es diputado, ni senador, ni gran funcionario como lo es un Embajador. No descalifica la proposición balmesiana de la boda entre Isabel II y el Duque de Montemolín, o SM. El Rey Carlos VI, que aceptó, por su parte, la propuesta del eximio MRP. Dr. Jaime Balmes y Urpiá. Así que en una «Realpolitik» que hubiese realizado el matrimonio ideal, el Marqués no estaba tan lejos del Bando carlista, y desde luego, era Camarada suyo, parte ideológico, y en parte político (ora hasta cierto punto, ora según las circunstancias que se presentasen, al estilo de los principios de metodología práctica política ciceroniana ) , en el combate contra la Revolución jacobina.
Yo pregunto, señores, supuesto, como he probado ya, que la dictadura sea en circunstancias dadas legítima, en circunstancias dadas provechosa, ¿estábamos o no estábamos en esas circunstancias? Si no habían llegado, decidme cuáles otras mas graves han aparecido en el mundo. La experiencia vino a demostrar que los cálculos del Gobierno y la previsión de esta Cámara no habían sido infundados. Todos lo sabéis, señores: yo en esto hablaré muy de paso, porque todo lo que es alimentar pasiones, lo detesto; no he nacido para eso; todos sabeis que se proclamó la república a trabucazos por las calles de Madrid; todos sabeis que se ganó parte de la guarnición de Madrid y de Sevilla; todos sabéis que sin la resistencia enérgica, activa del Gobierno, toda España, desde las columnas de Hércules al Pirineo, de un mar a otro mar, hubiera sido un lago de sangre. Y no sólo España: ¿sabéis qué males, si hubiera triunfado la revolución, se habrían propagado por el mundo? ¡Ah señores! Cuando se piensa en estas cosas, fuerza es exclamar que el Ministerio que supo resistir y supo vencer, mereció bien de su patria.
Por ejemplo en esto iban de la mano liberales del partido conservador o llamado «moderado», y los carlistas. COMO SM. Carlos VII escribió una carta de encomio al General Martínez Campos, por su heróicas defensa de Cuba, a pesar de que ese General combatió contra dicho Rey carlista en la tercera de las guerras civiles carlistas. 
Esta cuestión vino a complicarse con la cuestión inglesa: voy a decir antes de entrar en ella, y desde ahora anuncio que no entraré sino para salir de ella inmediatamente, porque así lo conceptúo conveniente y oportuno; pero antes de entrar en ella me permitirá el Congreso que exponga algunas ideas generales que me parecen convenientes.
Señores, yo he creído siempre que la ceguedad es una señal así en los hombres, como en los gobiernos, como en las naciones, de perdición. Yo he creído que Dios comienza por cegar siempre a los que quiere perder; yo he creído que para que no vean el abismo que pone a sus pies, comienza por turbarles la cabeza. Aplicando estas ideas a la política general seguida de algunos años a esta parte por la Inglaterra y por la Francia, señores, lo diré aquí, hace mucho que yo he predicho grandes desventuras y catástrofes: un hecho histórico, un hecho averiguado, un hecho incontrovertible es que el encargo providencial de la Francia es ser el instrumento de la Providencia en la propagación de las ideas nuevas, así políticas como religiosas y sociales. En los tiempos modernos tres grandes ideas han invadido la Europa: la idea católica, la idea filosófica, la idea revolucionaria.
Pues bien, señores, en esos tres períodos la Francia se ha hecho siempre hombre para propagar esas ideas. Carlo- Magno fue la Francia hecha hombre para propagar la idea católica; Voltaire fue la Francia hecha hombre para propagar la idea filosófica; Napoleón ha sido la Francia hecha hombre para propagar la idea revolucionaria.
Si bien la vida de Napoléon, antes de ser asesinado, envenenado ocultamente, con arsénico, tiene très etapas, à saber: La Revolucionaria (hasta, exclusive, el establecimiento de sus nuevas monarquías nepotistas en diversos paises europeos, conquistados por él), la regia e Imperial (prefascista como la Dictadura de Cayó Julio Cesar, cuya Idea genial central política imitó), pagana clasicista gecolatinista, con ciertos matices propiamente dichos laicistas, pero no laicista; y la católica, apostólica y Romana, tridentinista y clasicista, tras su conversión, en el exilio, al catolicismo. Sólo en la primera etapa fue u itsria y masivamente apoyado por la masonería moderna. 
Del mismo modo creo que el encargo providencial de la Inglaterra es mantener el justo equilibrio moral del mundo, haciendo contraste perpetuo con la Francia. La Francia es lo que el flujo, la Inglaterra lo que el reflujo del mar.
Suponed por un momento el flujo sin el reflujo; los mares se extenderían por todos los continentes: suponed el reflujo sin el flujo, los mares desaparecerían de la tierra. Suponed la Francia sin la Inglaterra; el mundo no se movería sino en medio de convulsiones, cada día tendría una nueva constitución, cada hora una nueva forma de gobierno. Suponed la Inglaterra sin la Francia: el mundo vegetaría siempre bajo la carta del venerable Juan sin Tierra, que es el tipo permanente de todas las constituciones británicas. ¿Qué significa, pues, señores, la coexistencia de estas dos naciones poderosas? Significa, señores, el progreso limitado por la estabilidad, la estabilidad vivificada por el progreso.
Pues bien, señores; de algunos años a esta parte, y apelo a la historia contemporánea y a vuestros recuerdos, esas dos grandes naciones han perdido la memoria de sus hechos, han perdido la memoria de su encargo providencial en el mundo. La Francia, en vez de derramar por la tierra ideas nuevas, predicó por todas partes el statu quo: el statu quo en Francia, el statu quo en España, el statu quo en Italia, el statu quo en el Oriente. Y la Inglaterra en vez de predicar la estabilidad, predicó en todas partes las revueltas: en España, en Portugal, en Francia, en Italia y en la Grecia. ¿Y qué resultó de aquí? Lo que había de resultar forzosamente; que las dos naciones, representando un papel que no había sido el suyo nunca, le han representado pésimamente. La Francia quiso convertirse de diablo en predicador: la Inglaterra de predicador en diablo.
Esta es, señores, la historia contemporánea; pero hablando solamente de la Inglaterra, porque es de la que me propongo hablar muy brevemente, diré que yo pido al cielo, señores, que no vengan sobre ella, como han venido sobre la Francia, las catástrofes que ha merecido por sus errores; porque nada es comparable al error de la Inglaterra de apoyar en todas partes los partidos revolucionarios. ¡Desgraciada! ¿No sabe que el día del peligro esos partidos con mas instinto que ella la habrán de volver las espaldas? ¿No ha sucedido esto ya? Y ha debido suceder, señores, porque todos los revolucionarios del mundo saben que cuando las revoluciones van de veras, que cuando las nubes se agrupan, que cuando los horizontes se oscurecen, que cuando las olas suben a lo alto, el navío de la revolución no tiene más piloto que la Francia.
Señores, esta fue la política seguida por la Inglaterra, o por mejor decir, por su gobierno y sus agentes durante la última época. Yo he dicho, y repito, que no quiero tratar esta cuestión; me mueven a ello grandes consideraciones. Primera: la consideración del bien público, porque debo declarar aquí solemnemente que yo quiero la alianza más íntima, la unión más completa entre la nación española y la nación inglesa, a quien admiro y respeto como la nación quizá más libre, mas fuerte y mas digna de serlo en la tierra. No quisiera, pues, con mis palabras exacerbar esta cuestión, y no quisiera tampoco perjudicar o embarazar ulteriores declaraciones. Hay otra consideración que me mueve a no hablar más de este asunto. Para hablar de él tendría que hacerlo de un hombre de quien fui amigo, más amigo que el señor Cortina; pero yo no puedo ayudarle hasta el punto que el Sr. Cortina le ayudaba; la honra no me permite más ayuda que el silencio.
El Sr. Cortina al tratar esta cuestión, permítame que se lo diga con franqueza, tuvo una especie de vahído, y se le olvidó quién era, dónde estaba y quiénes somos. S. S. creyó que era un abogado, y no era un abogado, que era un orador del Parlamento. S. S. creyó que hablaba ante jueces, y hablaba ante diputados. S. S. creyó que hablaba en un tribunal, y hablaba en una asamblea deliberante; creyó que hablaba de un pleito, y hablaba de un asunto político, grande, nacional, que si pleito era, era pleito entre dos naciones. Ahora bien, señores; ¿debe doler profundamente al Sr. Cortina haber sido el abogado de la parte contraria a la nación española? ¡Y qué, señores! ¿Es eso patriotismo por ventura? ¿Es eso ser patriota? ¡Ah! no. ¿Sabéis lo que es ser patriota? Ser patriota, señores, es amar, es aborrecer, es sentir como ama, como aborrece nuestra patria.
Dije, señores, que pasaría muy de ligero por esta cuestión, y ya he pasado.
El Sr. SECRETARIO Lafuente Alcántara: Pasadas las horas de reglamento, se pregunta al Congreso si se prorroga la sesión. (Muchas voces: Sí, sí.) Se acordó afirmativamente.
El Sr. marques de VALDEGAMAS: Pero, señores, ni las circunstancias interiores que eran tan graves, ni las circunstancias exteriores que eran tan complicadas y peligrosas, son bastantes para disminuir la oposición en los señores que se sientan en aquellos bancos. ¡Y la libertad! nos dicen. ¡Pues qué! la libertad, ¿No es sobre todo? Y la libertad, a lo menos la individual, ¿No ha sido sacrificada? ¡La libertad, señores! ¿Saben el principio que proclaman y el nombre que pronuncian los que pronuncian esa palabra sagrada? ¿Saben los tiempos en que viven? ¿No ha llegado hasta nosotros, señores, el ruido de las últimas catástrofes? ¡Qué! ¿No saben a esta hora que la libertad acabó? Pues qué, ¿No han asistido como he asistido yo con los ojos de mi espíritu a su dolorosa pasión? Pues qué, señores, ¿No la habeis visto vejada, escarnecida, herida alevemente por todos los demagogos del mundo? ¿ No la habéis visto llevar su angustia por las montañas de la Suiza, por las orillas del Sena, por las riberas del Rin y del Danubio, por la» márgenes del Tíber? ¿No la habéis visto subir al Quirinal, que ha sido su calvario?
Señores, tremenda es la palabra; pero no debemos retraernos de pronunciar palabras tremendas si dicen la verdad, y yo estoy resuelto a decirla. ¡La libertad acabó! No rematará, señores, ni al tercer día, ni al tercer año, ni al tercer siglo quizá. ¿Os gusta, señores, la tiranía que sufrimos? De poco os asustáis; veréis cosas mayores. Y aquí os ruego, señores, que guardeis en vuestra memoria mis palabras, porque lo que voy a decir, los sucesos que voy a anunciar en un porvenir mas próximo o mas lejano, pero muy lejano nunca, se han de cumplir a la letra.
El fundamento, señores, de todos vuestros errores (dirigiéndose a los bancos de la izquierda) consiste en no saber cuál es la dirección de la civilización y del mundo. Vosotros creéis que la civilización y el mundo van, cuando la civilización y el mundo vuelven. El mundo, señores, camina con pasos rapidísimos a la constitución de un despotismo el mas gigantesco y asolador de que hay memoria en los hombres. A esto camina la civilización, y a esto camina el mundo. Para anunciar estas cosas no necesito ser profeta. Me basta considerar la combinación pavorosa de los acontecimientos humanos desde su único punto de vista verdadero, desde las alturas católicas.
Señores, no hay mas que dos represiones posibles, una interior y otra exterior; la religiosa y la política. Estas son de tal naturaleza, que cuando el termómetro religioso está subido, el termómetro de la represión política está bajo; y cuando el termómetro religioso está bajo, el termómetro político, la represión política, la tiranía está alta. Esta es una ley de la humanidad, una ley de la historia. Y si no, señores, ved lo que era el mundo, ved lo que era la sociedad que cae al otro lado de la Cruz, decid lo que era cuando no había represión interior, cuando no había represión religiosa. Entonces aquélla era una sociedad de tiranías y de esclavos. Citadme un solo pueblo donde no haya esclavos y donde no haya tiranía. Este es un hecho incontrovertible, este es un hecho incontrovertido, este es un hecho evidente. La libertad, la libertad verdadera, la libertad de todos y para todos no vino al mundo sino con el Salvador del mundo. Este también es un hecho incontrovertido, es un hecho confesado hasta por los mismos socialistas que lo confiesan. Los socialistas llaman a Jesús un hombre divino, y los socialistas hacen más, se llaman sus continuadores. ¡Sus continuadores, Santo Dios! ¿Ellos, los hombres de sangre y de venganzas, continuadores del que no vivió sino para hacer bien; del que no abrió la boca sino para bendecir; del que no hizo prodigios sino para librar a los pecadores del pecado, a los muertos de la muerte; el que en el espacio de tres años hizo la revolución mas grande que han presenciado los siglos, y la llevó a cabo sin haber derramado mas sangre que la suya?
Excelente párrafo, deslumbrante. Requiere una precidión: El Marqués dice que Jesucristo no abrió la boca, sino para bendecir, y es verdad, pero tomando la palabra bendecir en un sentido muy largo y global, pues no es que nuestro Dios y Señor Jesucristo bendijese, en sentido literal y restrictivo, a los fariseos cuya malignidad y pésima doctrina y enseñanza repribava severamente, y anunció su maldición a quienes, «post mortem», siguieran siendo indignos de estar en el Paraíso Celestial. ¿Maldición neta y simple? No. Para los fariseos y sus cómplices pidió a Dios Padre, se pidió a sí mismo como Dios, perdón, un segundo o segu dos antes de expirar. Y a los fariseos, mientras los criticaba y reprobaba su conducta, les predicaba, la Predicación y enseñanza del Salvador era pedagógica y una bendición en sí misma, aunque con tuviese des calificaciones. Así han de ser entendidas también mis críticas, hechas cuál Predicador, procurando sean hechas»in Persona Christi». 
Señores, os ruego me prestéis atención; voy a poneros en presencia del paralelismo mas maravilloso que ofrece la historia. Vosotros habéis visto que en el mundo antiguo, cuando la represión religiosa no podía bajar más porque no existía ninguna, la represión política subió hasta no poder más, porque subió hasta la tiranía. Pues bien, con Jesucristo, donde nace la represión religiosa, desaparece completamente la represión política. Es esto tan cierto, que habiendo fundado Jesucristo una sociedad con sus discípulos, fue aquella la única sociedad que ha existido sin gobierno. Entre Jesús y sus discípulos no había mas gobierno que el amor del Maestro a los discípulos y el amor de los discípulos al Maestro. Es decir, que cuando la represión era completa, la libertad era absoluta.
Sigamos el paralelismo. Llegan los tiempos apostólicos, que los extenderé, porque así conviene ahora a mi propósito, desde los tiempos apostólicos propiamente dichos, hasta la subida del cristianismo al Capitolio en tiempo de Constantino el Grande. En este tiempo, señores, la religión cristiana, es decir la represión religiosa interior, estaba en todo su apogeo; pero aunque estaba en todo su apogeo, sucedió lo que sucede en todas las sociedades compuestas de hombres, que comenzó a desarrollarse un germen, nada más que un germen de licencia y de libertad religiosa. Pues bien, señores, observad el paralelismo: a este principio de descenso en el termómetro religioso corresponde un principio de subida en el termómetro político. No hay todavía gobierno, no es necesario el gobierno, pero es necesario ya un germen de gobierno. Así en la sociedad cristiana entonces no había de hecho verdaderos magistrados, sino jueces árbitros y amigables componedores, que son el embrión del gobierno. Realmente no había más que eso; los cristianos de los tiempos apostólicos no tuvieron pleitos, no iban a los tribunales, decidían sus contiendas por medio de árbitros. Obsérvese, señores, cómo con la corrupción va creciendo el gobierno.
Llegan los tiempos feudales, y en estos la religión se encuentra todavía en su apogeo, pero hasta cierto punto viciada por las pasiones humanas. ¿Qué es lo que sucede, señores, en este tiempo en el mundo político? Que ya es necesario un gobierno real y efectivo, pero que basta el más débil de todos, y así se establece la monarquía feudal, la más débil de las monarquías.
Seguid observando el paralelismo. Llega, señores, el siglo XVI. En este siglo, con la gran reforma luterana, con ese grande escándalo político y social, tanto como religioso, con ese acto de emancipación intelectual y moral de los pueblos, coinciden las siguientes instituciones. En primer lugar, en el instante, las monarquías, de feudales, se hacen absolutas. Vosotros creeréis, señores, que más que absoluta no puede ser una monarquía: un gobierno, ¿qué puede ser más que absoluto? Pero era necesario, señores, que el termómetro de la represión política subiera mas, porque el termómetro religioso seguía bajando; y con efecto subió mas. ¿Y qué nueva institución se creó? La de los ejércitos permanentes. ¿Y sabéis, señores, lo que son ejércitos permanentes? Para saberlo, basta saber lo que es un soldado: un soldado es un esclavo con uniforme. Así, pues, veis que en el momento en que la represión religiosa baja, la represión política sube al absolutismo, y pasa más allá. No bastaba a los gobiernos ser absolutos; pidieron y obtuvieron el privilegio de ser absolutos y tener un millón de brazos.
A pesar de esto, señores, era necesario que el termómetro político subiera mas, porque el termómetro religioso seguía bajando; y subió mas. ¿Qué nueva institución, señores, se creó entonces? Los gobiernos dijeron: tenemos un millón de brazos y no nos bastan; necesitamos mas, necesitamos un millón de ojos; y tuvieron la policía, y con la policía un millón de ojos. A pesar de esto, señores, todavía el termómetro político y la represión política debían subir, porque a pesar de todo, el termómetro religioso seguía bajando; y subieron.
A los gobiernos, señores, no les bastó tener un millón de brazos; no les bastó tener un millón de ojos; quisieron tener un millón de oídos, y los tuvieron con la centralización administrativa, por la cual vienen a parar al gobierno todas las reclamaciones y todas las quejas.
Y bien, señores; no bastaba esto, porque el termómetro religioso siguió bajando, y era necesario que el termómetro político subiera mas. ¡Señores, hasta dónde! Pues subió más.
Los gobiernos dijeron: no me bastan para reprimir, un millón de brazos; no me bastan para reprimir, un millón de ojos; no me bastan para reprimir, un millón de oídos; necesitamos más: necesitamos tener el privilegio de hallarnos a un mismo tiempo en todas partes. Y lo tuvieron; y se inventó el telégrafo.
Señores, tal era el estado de la Europa y del mundo cuando el primer estallido de la última revolución vino a anunciarnos, a anunciarnos a todos, que no había bastante despotismo en el mundo; porque el termómetro religioso estaba por bajo de cero. Ahora bien, señores, una de dos…
Yo he prometido, y cumpliré mi palabra, hablar hoy con toda franqueza.
Pues bien, una de dos : o la reacción religiosa viene o no : si hay reacción religiosa, ya veréis, señores, como subiendo el termómetro religioso comienza a bajar natural, espontáneamente, sin esfuerzo ninguno de los pueblos, ni de los gobiernos, ni de los hombres, el termómetro político, hasta señalar el día templado de la libertad de los pueblos : pero si por el contrario, señores, y esto es grave (no hay la costumbre de llamar la atención de las asambleas deliberantes sobre las cuestiones hacia donde yo la he llamado hoy; pero la gravedad de los acontecimientos del mundo me dispensa, y yo creo que vuestra benevolencia sabrá también dispensarme); pues bien, señores, yo digo que si el termómetro religioso continúa bajando, no sé adonde hemos de parar. Yo, señores, no lo sé, y tiemblo cuando lo pienso. Contemplad las analogías que he puesto a vuestros ojos; y si cuando la represión religiosa estaba en su apogeo no era necesario ni gobierno ninguno siquiera, cuando la represión religiosa no exista, no habrá bastante con ningún género de gobierno, todos los despotismos serán pocos.
Señores, esto es poner el dedo en la llaga, esta es la cuestión de España, la cuestión de Europa, la cuestión de la humanidad, la cuestión del mundo.
Considerad una cosa, señores. En el mundo antiguo la tiranía fue feroz y asoladora, y sin embargo esa tiranía estaba limitada físicamente, porque todos los Estados eran pequeños, y porque las relaciones internacionales eran imposibles de todo punto; por consiguiente en la antigüedad no pudo haber tiranías en grande escala, sino una sola, la de Roma. Pero ahora, señores, ¡cuan mudadas están las cosas! Señores, las vías están preparadas para un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso; todo está preparado para ello: señores, miradlo bien; ya no hay resistencias ni físicas ni morales: no hay resistencias físicas, porque con los barcos de vapor y los caminos de hierro no hay fronteras; no hay resistencias físicas, porque con el telégrafo eléctrico no hay distancias; y no hay resistencias morales, porque todos los ánimos están divididos y todos los patriotismos están muertos. Decidme, pues, si tengo o no razón cuando me preocupo por el porvenir próximo del mundo: decidme si al tratar de esta cuestión no trato de la cuestión verdadera.
Una sola cosa puede evitar la catástrofe, una y nada mas: eso no se evita con dar mas libertad, mas garantías, nuevas constituciones; eso se evita procurando todos, hasta donde nuestras fuerzas alcancen, provocar una reacción saludable, religiosa. Ahora bien, señores: ¿es posible esta reacción? Posible lo es: pero ¿es probable? Señores, aquí hablo con la más profunda tristeza: no la creo probable. Yo he visto, señores, y conocido a muchos individuos que salieron de la fe y han vuelto a ella: por desgracia, señores, no he visto jamás a ningún pueblo que haya vuelto a la fe después de haberla perdido.
Si aun me quedara alguna esperanza, la hubieran disipado, señores, los últimos sucesos de Roma: y aquí voy a decir dos palabras sobre esta cuestión, tratada también por el Sr. Cortina.
Señores, los sucesos de Roma no tienen un nombre: ¿cómo los llamaríais, señores? ¿Los llamaríais deplorables? Deplorables, todos los que he citado lo son; esos son mucho más. ¿Los llamaríais horribles? Señores, esos acontecimientos son sobre todo horror.
Había en Roma, ya no le hay, sobre el trono más eminente el varón más justo, el varón más evangélico de la tierra. ¿Qué ha hecho Roma de ese varón evangélico, de ese varón justo? ¿Qué ha hecho esa ciudad en donde han imperado los héroes, los Césares y los pontífices? Ha trocado el trono de los pontífices por el trono de los demagogos. Rebelde a Dios, ha caído bajo la idolatría del puñal. Eso ha hecho. El puñal, señores, el puñal demagógico, el puñal sangriento, ese es el ídolo de Roma. Ese es el ídolo que ha derribado a Pió IX. Ese es el ídolo que pasean por las calles tropas de caribes. ¿Dije caribes? dije mal, que los caribes son feroces, pero los caribes no son ingratos.
Señores, me he propuesto hablar con toda franqueza, y hablaré. Digo que es necesario que el rey de Roma vuelva a Roma, o que no quede en Roma, aunque pese al Sr. Cortina, piedra sobre piedra.
El mundo católico no puede consentir, y no consentirá en la destrucción virtual del cristianismo por una ciudad sola entregada al frenesí de la locura. La Europa civilizada no puede consentir, y no consentirá que se desplome, señores, la cúpula del edificio de la civilización europea. El mundo, señores, no puede consentir, y no consentirá que en Roma, esa ciudad insensata, se verifique el advenimiento al trono de una nueva y extraña dinastía, la dinastía del crimen. Y no se diga, señores, como dice el Sr. Cortina, como dicen en periódicos y discursos los señores que se sientan en aquellos bancos, que hay dos cuestiones allí, una temporal y otra espiritual, y que la cuestión ha sido entre el rey temporal y su pueblo. Que el pontífice ha sido respetado, que el pontífice existe todavía. Dos palabras sobre esta cuestión, dos palabras, señores, lo explicarán todo.
Sin duda ninguna el poder espiritual es lo principal en el Papa, el temporal es accesorio; pero ese accesorio es necesario: el mundo católico tiene el derecho de exigir que el oráculo infalible de sus dogmas sea libre e independiente: el mundo católico no puede tener una ciencia cierta, como se necesita, de que es independiente y libre, sino cuando es soberano, porque solo el soberano no depende de nadie. Por consiguiente, señores, la cuestión de soberanía, que es una cuestión política en todas partes, es en Roma además una cuestión religiosa; el pueblo que puede ser soberano en todas partes, no puede serlo en Roma; asambleas constituyentes que pueden existir en todas partes, no pueden existir en Roma; en Roma no puede haber mas poder constituyente que el poder constituido. Roma, señores, los Estados pontificios, no pertenecen al Estado de Roma, no pertenecen al papa; los Estados pontificios pertenecen al mundo católico; el mundo católico se los ha reconocido al papa para que fuera libre e independiente, y el papa mismo no puede despojarse de esa soberanía, de esa independencia.
Señores, voy a concluir, porque el Congreso está muy cansado y yo lo estoy también.
(Varios señores: No, no.)
Señores, francamente tengo que declarar aquí, que no puedo extenderme mas porque tengo la boca mala, y ha sido un prodigio que yo pueda hablar, pero lo principal que tenia que decir lo he dicho ya.
Después de haber tratado las tres cuestiones exteriores que trató el Sr. Cortina, vuelvo, para concluir, a la interior. Señores , desde el principio del mundo hasta ahora ha sido una cosa discutible si convenía mas el sistema de la resistencia o el sistema de las concesiones, para evitar las revoluciones y los trastornos; pero afortunadamente, señores, esa que ha sido una cuestión desde el primer año de la creación hasta el año 48, en el año de gracia de 48 ya no es cuestión de ninguna especie, porque es cosa resuelta : yo, señores, si me lo permitiera el mal que padezco en la boca, haría aquí una reseña de todos los acontecimientos desde febrero hasta ahora, que prueban estas aserciones; pero me contentaré con recordar dos : el de la Francia, señores : allí la monarquía, que no cedió, fue vencida por la república que apenas tenia fuerza para moverse; y la república que apenas tenia fuerza para moverse, porque resistió, venció al socialismo.
En Roma, que es otro ejemplo que quiero citar, ¿qué ha sucedido? ¿No estaba allí vuestro modelo? Decidme: si vosotros fuerais pintores y quisierais pintar el modelo de un rey, ¿encontraríais otro modelo que no fuera su original Pió IX? Señores, Pió IX quiso ser, como su divino Maestro, magnífico y dadivoso: halló proscriptos en su país, y les tendió la mano y los devolvió a su patria: había reformistas, señores, y les dio reformas: había liberales, señores, y los hizo libres: cada palabra suya, señores, fue un beneficio: y ahora, señores, decidme, ¿sus beneficios no igualan, si no exceden, a sus ignominias? Y en vista de esto, señores, ¿el sistema de las concesiones no es una cosa resuelta?
Señores, si aquí se tratara de elegir, de escoger entre la libertad por un lado y la dictadura por otro, aquí no habría disenso ninguno; porque ¿quién, pudiendo abrazarse con la libertad, se hinca de rodillas ante la dictadura? Pero no es esta la cuestión. La libertad no existe de hecho en Europa; los gobiernos constitucionales que la representaban años atrás, no son ya en casi todas partes, señores, sino una armazón de un esqueleto sin vida. Recordad una cosa, recordad a Roma imperial. En la Roma imperial existen todas las instituciones republicanas, existen los omnipotentes dictadores, existen los inviolables tribunos, existen las familias senatorias, existen los eminentes cónsules; todo esto, señores, existe; no falta más que una cosa, y no sobra más que otra cosa: sobra un hombre, y falta la república.
Pues esos son, señores, en casi toda Europa los gobiernos constitucionales; sin pensarlo, sin saberlo el señor Cortina, nos lo demostró el otro día. ¿No nos decía V. S. que prefiere, y con razón, lo que dice la historia a lo que dicen las teorías? A la historia apelo. ¿Qué son, señor Cortina, esos gobiernos con sus mayorías legítimas, vencidas siempre por las minorías turbulentas, con sus ministros responsables que de nada responden, con sus reyes inviolables siempre violados? Así, señores, la cuestión, como he dicho antes, no está entre la libertad y la dictadura; si estuviera entre la libertad y la dictadura, yo votaría por la libertad, como todos los que nos sentamos aquí. Pero la cuestión es esta, y concluyo : se trata de escoger entre la dictadura de la insurrección y la dictadura del Gobierno ; puesto en este caso yo escojo la dictadura del Gobierno, como menos pesada y menos afrentosa : se trata de escoger entre la dictadura que viene de abajo y la dictadura que viene de arriba; yo escojo lo que viene de arriba, porque viene de regiones mas limpias y serenas: se trata de escoger, por último, entre la dictadura del puñal y la dictadura del sable; yo escojo la dictadura del sable, porque es mas noble. Señores, al votar nos dividiremos en esta cuestión, y dividiéndonos seremos consecuentes con nosotros mismos. Vosotros, señores, votaréis, como siempre, lo mas popular; nosotros, señores, como siempre, votaremos lo mas saludable.
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“LO MAS SALUDABLE” ESA ES LA MEJOR ESENCIA DEL QUEHACER HUMANO, DE LA TRADICION SOBERANA Y DE LA POLITICA PRECEPTIVA.

TERCERA PARTE:

MI CRITICA, OTRA VEZ, “CRITICA DE FONDO”:

PRIMERA SECCION:    Carlismo no necesariamente de partido, y hortodoxia carlista de la institución y gobierno perpétuos de una Dictadura circunstancialmente indispensable, y necesariamente beneficiosapara la Patria y los Carlistas.

Antes que nada aclaro que el término  perpétuo significa de duración indefinida hasta su derogación legítima, justificada.

El profundo y singular pensador aristócrata español y de nobilísimo espíritu lo dice bien claro: Dictadura como Régimen Político hecho indispensable para sulucionar gravísimos problemas en circunstancias excepcionales de la Nación, habida cuenta de la impotencia de la Monarquía y sus militantes y adeptos, sobre todo la Monarquía de Gobierno Liberal, para solucionarlos con la urgencia necesaria. Se trata de procurar una solución de régimen estrictamente jerárquico de política excepcional, y normalmente transitoria, a las gravísimas vejaciones, en gran medida letales y revolucionarias que atacan a la Iglesia, como sociedad de personas vivas católicas y con derechos fundamentales a proteger por el Estado, ante el que se desarrollan y empeoran progresivamente las amenazas y atentados contra  la vida religiosa católica de la gran mayoría de los españoles, contra la vida digna, debido a sistemáticos atentados ideológicos, y físicos, conspirativos masónicos, propagandísticos liberales (de suyo anticatólicos) y contra la economía y bienestar de gran parte de la población inocente española, con lo cuál se produce un ataque específicamente plural, diversificado, conjuntado, gravísimo, constante, y progresivamente a peor, contra el propio Estado Español, entendido como la institución política rectora del pueblo español, complementaria y garante de las libertades y potestades naturalmente patrimoniales del individuo como tal, persona humana física, atacadas por la insurrección de hordas subversivas.

Se nos presentan dos  cuestiones:
1) Si el Marqués era Carlista, de qué forma y en qué medida.

Ser Carlista no es “simpliciter” ser miembro del Partido Carlista o Comunión Tradicionalista de entonces, partido político.  No es concluyente el razonamiento de que, si hubiese sido Carlista, el Marqués se hubiese hecho de aquel partido. Es mi caso, soy Carlista, pero no pertenezco ni al Partido Carlista, ni a ninguna Comunión Tradicionalista partido político, por motivos independientes a que, como clérigo que soy, el Derecho Común canónico me prohibe ser miembro de partido político alguno. No postulo pertenecer a una Comunión  Tradicionalista que entiendo se hace incapaz, (programáticamente y por la pusilanimidad de sus miembros modernizados; contemporizadores con el sionismo pervertido, su pseudodemocratismo e infección para no judíos antirracista y antieugenista; y una cobarde desvergonzada ausencia de lealtad y camaradería parciales con los fascistas) de la necesaria radical coherencia que imponen los principios de nuestro Siglo de Oro y Carlistas, y las deplorables circunstancias en que se halla la Patria. Además ninguna sociedad organizada o asociación partido político de ideas carlistas (mezcladas con otras antitéticas, es lo que hay) aceptaría como miembro suyo a un racista arianista  (aunque éste piense y obre sin propugnación de odio ni menoscabo del Derecho Natural de los exógenos), el cuál, como hizo Vázquez de Mella, elogia a personajes, algunos no católicos, y a su política y guerra, entre ellos el Keiser Guillermo II de Prusia (cuyo pepr error deshonesto, fatal para el Mundo y para el propio Reich, fue la protecciön de Lenin y su introducción en Rusia zarista). Fallecido Vázquez de Mella, en la misma línea y más intensamente, si bien con crítica, los grandes Carlistas de El Siglo Futuro y La Unión,  como el Episcopado Alemán de su época, elogiamos al Canciller, del Reich alemán y luego germanoaustríaco, Adolfo Hitler, alguien demasiado bonachón con el Generalísimo Franco, y más indulgente en la política racial estatal, que lo es un Carlista Integrista, partidario de la Santa Inquisición (a penas sea viable) y los estatutos hispánicos multiseculares de “Limpieza de Sangre”. Dos motivos movieron al Marqués a no querer ser miembro del entonces partido del Carlismo: la convicción de su insuficiencia, como partido, para resolver los más graves y urgentes problemas de todavía Las Españas (con Cuba y Filipinas), pues los Carlistas no propugnaban la Dictadura inmediata política, para atajar dichos males; y, segundo motivo, el método de lucha política, a favor de la Tradición, elegido por el aristócrata, método semejante, sólo semejante, al de Su Rvcia. el Doctor Balmes, ambos políticos acabando frustrados y desengañados con el fracaso de su modo conciliador y de finalidad de ” conversión” de los liberales que, no obstante las claras condenas papales del Liberalismo, se declaraban católicos, siendo algunos benefactores parciales de la Iglesia, y opuestos a los exaltados o Liberales anticlericales y enemigos declarados y extremos de la Iglesia, que lo eran también de la Patria y de la Humanidad, empezando por serlo principalmente de Dios mísmo y su Orden Natural.                                        El procedimiento político del Marqués no era todavía combatir al Liberalismo desde fuera del partido político de esa ideología, sino desde dentro. Intentó despojarlo del parlamentarismo, parte de El Mal (literariamente dice, en otro lugar, que no es malo, sino el mal mismo), el pensador apelaba a la parte racionalista del fenómeno liberal y de sus adeptos, la parte”ilustrada”, que debía entender contrario a la razón el parlamentarismo y su basante  sufragio universal, con el apriori rousseauniano de la soberanía popular igualitarista. La Ilustración genuina no era rousseauniana, fundó coherentemente su sistema político propio que es el “Despotismo Ilustrado”, orden al que se le podía exigir se ajustase al Derecho Natural y al respeto de las libertades individuales concretas, especialmente de los católicos que constituyen la Iglesia, por ser éstos histórica y realmente los principales depositarios, cultivadores intelectuales y defensores del Derecho Nstural, y por la índole beneficiosa para la Patria y el Estado, de la Iglesia católica, tanto como Institución canónica de primer rango, cuanto como sociedad de individuos de moral católica inclusiva de la Ética Natural y cualesquiera filosofías morales compatibles con el Dogma católico. Una Monarquía despótica no es la ideal para el Tradicionalismo político católico español, en sus distintas escuelas, pero sí es una posición al menos no evidentemente antirracional , una ideología que apela a la Razón para fundar regímenes políticos, siendo así que a la Razón repugna el igualitarismo, su sufragio universal y su parlamentarismo resultante, tres conceptos, que como a tres gigantes verdaderos, no tres molinos de viento quijotescos, había planeado, con plan metódico concreto, combatir y combatía el católico Marqués, desde dentro de un partido, con cuyo ideario de monarquía constitucional ya empezaba disimuladamente a dislocarse, defendiendo una Dictadura urgente y provisional, que se sabía, tendría en su arbitrio y capacidad inmediata y real el Poder material político fáctico de subvertir el entero régimen monárquico constitucionalista y de conjurar el predominio del Liberalismo, pudiendo incluso erradicarlo de la vida política y social  española, condenándolo penalmente y ejecutando como a grandes criminales, que así se los debía calificar, según una ética racional, a los cabecillas y agitadores políticos Liberales. En mi opinión, el temor a la probabilidad, e incluso la mera posibilidad, de tales consecuencias, y la debilidad congénita del Liberalismo Moderado, disuadió a los mandamases del correspondiente partido, a contribuir a la creación de dicha Dictadura. Les podría salir un César, un Napoleón «Rey y Emperador», o, como sucedió espléndidamente menos de un siglo más tarde, un Hitler. Los recalcitrantes en el demoliberalismo podían acabar ejecutados, o, como en el benigno, indulgente y paciente III Reich, en un campo de concentración como el de Dachau, ciudad en que he sido Provisor Parroquial substituto, con todas las prerrogativas canónicas de un Párroco, historia que se podrá ocultar, o soslayar, pero jamás cancelar., “Quod factum factum est”.  Proterva, demasiado suspicaz y activa, la masonería ya imperante entonces, y suficientemente fuerte su instinto de conservación, como para permitirse holgadamente ser un absoluto con una Ilustración ya superada en malignidad, la diabólica secta y sus sionistas actuantes desde lo oculto podía y quería firmemente no dejarse convencer y vencer por la propuesta y exigencia política, de “Realpolitik”, del Marqués. Les iba la vida en ello, y la de su “nueva sinagoga”, no así a los Carlistas, que hubieran, de ser asaz sagaces, debido aceptar la legitimidad de una tal Dictadura depuradora, además necesaria como lo era y hoy día lo sigue siendo, el estado de excepción para España. Lo demuestran dos admirables Dictaduras católicas y de Gobernantes católicos: la de los Excelentísimos Señores Generales Primo de Rivera y Franco. Sobre ello bien escribió el Carlista asesinado por los rojos Víctor Pradera en su libro, de título muy expresivo, “Al Servicio de la Patria. Las Ocasiones Perdidas de la dictadura”.

¡Los Liberales contumaces y masones habrían sido proscritos, perseguidos y, al menos casi todos, ejecutados como el traidor General y masón Rafael Riego, metido finalmente en un serón y llevado así al garrote; PERO NO LOS CARLISTAS !. No éstos, como no lo fueron durante la egregia Dictadura de Su Excelencia el segundo Marqués de Estella. En mis escritos les respeto los títulos, otorgados por reyes miberales, sólo a los que entiendo dignos de aristocracia nominal, aunque sean enemigos, porque también entre los adversarios hay hombres ora de grandes méritos, ora de grandes cualidades y hazañas. Víctor pradera y José Antonio con su  Falange Española (que mejor nunca se hubiese unido a las J.O.N.S. del mentecato Ledesma, no obstante honroso camarada de guerra), Tradicionalistas, hicieron apología de aquel régimen y Dictador concretos, de los que el Caudillo afirmaba haber sido los mejores. Durante el Caudillaje el Carlismo se suponía integrado en la FET, y se toleró mucho a la Comunión Tradicionalista, que, como todos los partidos estaba oficialmente prohibida. Fal Conde fue condenado a pena de muerte, pero le fue conmutada por arresto domiciliario, y Don Sixto pudo pertenecer a la Legión y jurar bandera, tras lo cuál se acabó la vista gorda. Con Carlos Hugo, su deriva heterodoxa demuestra que le era justa y venía bien la proscripción. De Franco podía decirse como de su General Dictador y predecesor en el Gobierno de la Nación, que tuvo preciosas ocasiones, lamentablemente perdidas, y la elección de Juán Carlos era el suicidio programado encubierto del régimen, como meter el huevo de una avispa parásita en una bella araña, o una hermosa oruga, de lo cuál, terrible (con genocidio en marcha asesino de ya centenares de miles de españoles inocentes concebidos pero no nacidos) fue prevenido por el sabio consejo de probos y perspicaces Tradicionalistas monárquicos como Goicoechea, y falangistas como el General más laureado de la Historia de España y Comandante en Jefe de la División Azul, Muñoz Grandes. Parece que cuando quiso inhabilitar al ambicioso  enemigo interno, dechado de doblez, la enfermedad del Cofundador de La Legión,  y la camarilla de El Pardo se lo impidieron, removido previamente el “Ogro”, el Almirante y enseguida Capital General de la Armada, vilmente asesinado.

2)  Una urgente Dictadura excepcional ¿Era idea contraria al ideario Carlista? No, en cuanto el “Código Penal” Carlista, toda la tradición política española y europea, contemplaba el “Estado de Excepción”, con militarización del Estado, si administración pública y la población súbdita civil, en caso de guerra y otros semejantes, de emergencia nacional. Por cuanto no era Donoso Cortés quien, para ser Carlista hortodoxo,  debía renunciar a su idea de Dictadura, sino los carlistas de su partido, con el Rey legitimista a la cabeza quienes habían de darse cuenta de la necesidad inmediata del “estado de excepción” y Dictadura, y adherirse a la tesis del Marqués.No estaba la heterodoxia teórica ni de un lado, ni de otro, pero sí del lado no del Carlismo, sino de los entonces Carlistas. Es curioso que la Comunión Tradicionalista Carlista hodierna, no lefevbriana, sostenga en su Programa Político de partido, que, si llega a gobernar en España, instaurará un período provisional de tolerancia de la existencia de los Partidos Políticos del actual régimen demoliberal, y simultáneamente no se percate de que con ello incurre en heterodoxia anticarlista, y considere que esa medida, que entiendo tan antitética al Carlismo, no es anticarlista, sino hortodoxa del Carlismo. ¿Es carlista esa monstruosidad y no lo es la Dictadura urgente, provisional cuanto sea menester,, al servicio del Bien Común, y con su objetivo de organizar una sociedad española según los principios fundamentales y vitales del Tradicionalismo y los, al menos principales, del Carlismo?

SECCION SEGUNDA: EXPLICACION DE EN QUÉ CONSISTE LA ESENCIA DE UN IDEARIO POLITICO, Y LA POSIBILIDAD DE PARTICIPACION EN LA MISMA. IDENTIDAD POLITICA, HORTODOXIA PARCIAL (la formal  / la material). CAMARADERIA TRADICIONALISTA DE ALIADOS PARA LA PAZ O PARA LA GUERRA.

SECCION TERCERA: LOS DOS METODOS POSIBLES Y FRECUENTES DE LUCHA CONTRA EL ENEMIGO (1°= ostensiblemente, desde fuera de su entidad social; 2°= ocultamente desde dentro de su cuerpo social; 3° = en función mediadora entre las partes enfrentadas; 1.- mediación manifiesta; 2.- de raíz intencional equívoca, incógnita, u oculta: “espionaje doble”.

… 

Para leer esas partes y continuación de este opúsculo las restricciones técnicas de la amplitud de los artículos permitidos en este tipo de blog wordpress imponen continuar en un nuevo espacio que llaman “Nueva Entrada”. Será añadida en cuanto se pueda.

8 respuestas a «EL PENSAMIENTO FUNDAMENTAL Y NUCLEAR METAFISICO (TEOLOGICO- Y FILOSÓFICO POLÍTICO) DEL EXCELENTISIMO SEÑOR MARQUES DE VALDEGAMAS DON JUAN FRANCISCO MARIA DE LA SALUD DONOSO CORTÉS Y FERNÁNDEZ CANEDO, Y SU CAPACIDAD CONSTITUTIVA LOGICA CONDICIONAL DE ADHESION AL TRADICIONALISMO CATOLICO CARLISTA. DICTATORIALISMO PERPETUO DURADERO EXCEPCIONAL DEL CARLISMO, Y DEBER DEL CARLISTA DE APOYAR, CON LEALTAD Y DENUEDO, A TODO REGIMEN QUE, ANTE LA IMPOTENCIA PARA ELLO CONCRETA DEL PERSONAL CARLISTA, SEA CAPAZ DE CONSEGUIR LOS PRINCIPALES OBJETIVOS RELIGIOSOS, POLITICOS Y SOCIALES DEL CARLISMO, LUCHE POR ELLO Y, DIOS MEDIANTE, LO LOGRARE. Artículo en curso, estado en que se halla desde el 23 de Octubre de 2020.»

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